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POVEDA DE LAS CINTAS: A ese noventa y nueve por ciento de las gentes majas...

A ese noventa y nueve por ciento de las gentes majas de "mi" Pueblo, con "cintas" o sin ellas, yo, como un povedano más, me uno con un caluroso abrazo virtual para desearles las Mejores y más FELICES FIESTAS NAVIDEÑAS que hayan tenido jamás. Pero también, para ese uno por ciento restante.

Cuando yo era niño y corría con todos los demás la totalidad del callejero povedano jugando a "las alumbradas", juego que, por cierto, era el único para el que se utilizaba la totalidad del casco urbano, siempre a la carrera, la ilusión de los que tenían que "alumbrar", previamente designados, estaba constituída por la pareja designada por los del grupo, cuya misión conjunta consistía en descubrir el escondite elegido por el resto, y al llegar ese momento, los encargados de la búsqueda, una vez "alumbrado" el refugio y los refugiados, procedían a designar a la pareja siguiente iniciándose un nuevo ciclo. Pues para los que éramos niños de aquella época, también éramos felices con algo tan sencillo como lo descrito.

Tan singular forma de divertirse siempre se realizaba en las primeras horas de la noche, es decir, cuando la visibilidad diurna había desaparecido, ya que, en otro caso, carecería de sentido lo de "las alumbradas". Las pocas luces públicas, por supuesto eléctricas, de los años cuarenta-cincuenta distribuidas entre la media docena de esquinas estratégicas del callejero, apenas proyectaban la de un mechero, por lo que, el "atrezzo" era el ideal para lo del "alumbramiento". Cualquiera de los chicos de hoy seguramente diría aquello de " ¡qué juego más tonto!..., ¡si al menos para el recorrido se llevara bicicleta...!". ¿Pero quién tenía bicicleta entonces?.

También así éramos felices, y para cantar los villancicos, no se necesitaban guitarras eléctricas o de las otras, bastaba una buena zambomba y el ritmo del que la manejaba. En Poveda, por aquel entonces, todavía corrían los peces por el río que circunda el pueblo, es decir, que la letra del villancico se ajustaba a la realidad.

Repito: ¡FELICES FIESTAS!.