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POVEDA DE LAS CINTAS: UNA VIEJA ANÉCDOTA POVEDANA....

UNA VIEJA ANÉCDOTA POVEDANA.

En cierta ocasión, un individuo forastero montado en buen caballo y con estampa de persona adinerada, arribó a nuestro pueblo por el entonces camino de Villaflores, enfilando la liviana cuesta existente tras rebasar el viejo cementerio, es decir, la que hoy denominamos calle Real. A la puerta de la primera casa con la que se topó, situada a la izquerda según se sube, casa grande antonces de labrador de hacienda holgada, el dueño de la misma, persona ya anciana, se encontraba tomando el fresco del final del verano, ya al caer la tarde, sentado en cómoda butaca de mimbre a la puerta de la misma. Ante él se paró el joven que venía a caballo, quien, tras apearse del mismo, preguntó a nuestro hombre (creo recordar que le llamaba Francisco), sobre dónde vivía determinada chica a la que, al parecer, venía a visitar o a pretender. Naturalmente, esto despertó la curiosidad del Sr. Francisco, quien, a pesar de sus muchos años, mantenía la frescusa de su mente y toda la astucia de su larga "povedanía", de forma que, hábilmente, de "preguntado" pasó a "preguntador", y así, pudo sonsacar, con sus "repreguntas" capciosas, que el aguerrido forastero se dedicaba también a la agricultura en gran escala según propias manifestaciones del interfecto. Cuando instantes después, ya alejado el jinete, comenta el Sr. Francisco la incidencia con otro povedano que un poco más alejado presenció el hecho, a la curiosidad interrogatoria del mismo, de seguida le replicó el Sr. Francisco: "Éste, (por el forastero), de agricultor, tiene muy poco", " ¿por qué?", le interpeló quien le escuchaba; "Porque tiene el cogote demasiado blanco". Sitúense en la época para evaluar semejante conclusión. He ahí la clave con la que el Sr. Francisco dedujo la identidad laboral de dicho forastero, con la sagacidad de un buen observador.