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POVEDA DE LAS CINTAS: SUMA Y SIGUE....

SUMA Y SIGUE.

La esquizofrénica fábula de montaje caprino, indpirada en sueños lúgubres "made in Soso" para que los niños se vayan a la cama, tiene tela p'a rato. Las "cabronadas" que por doquier surgen a diestra y siniestra en este valle de lágrimas, son tantas y tan variopintas que es prácticamente imposible clasificarlas en grupos aún utilizando como índice las 29 letras del abecedario. Para enumerarlas, tampoco nos valen los conjuntos "finitos" por propia definición. Habría que buscar otras definiciones. En suma, que como decíamos ayer, en la cabra y lo que representa hay "tela" p'a rato.

Pero vayamos a lo de la vieja-niña de Soso, a lo de su casa sin chimenea ni ventanas, a sus cotidianos desplazamientos al glorioso Caño Viejo con cántaro de agua en ristre incluído, y a su inseparable gato negro. La descripción del lugar donde se encontraba dicha vivienda, visto que Soso la sitúa en lugar tan concreto como la rinconada que se forma en la plaza povedana, entre el Ayuntamiento y la actual casa de Laura, no tengo ninguna duda de que se trata de la que allí existía, de planta baja pero con ventanas y chimenea de lumbre baja, cuadra amplia para cobijo de caballerías y adminículos propios al efecto dedicados a la prestación de servicios de hospedaje de arrieros y cómicos de legua, la cual prestó tales servicios de posada como es obvio durante décadas hasta que murió de inanición. El último que ha prestado la que fuera la Posada de la "señá" Pascuala, que así se llamaba la interfecta, ha sido la de servir de fuente de inspiración "sosiana" el prototipo de aquella señora que vivía en solitario en el lugar antedicho. Del gato, nunca más se supo.

No tengo ninguna duda de que los andares pausados y majestuosos de aquella buena señora, alta, delgada, seria, esbelta en suma, rostro de inmensa tristeza en cuyo trazado se adivinaba pese a sus arrugas, una belleza poco común en una zona rural. Sin embargo, había llegado en los últimos años de vida, época en la que yo la conocí, ocupando la vieja casa de una sola planta en la más absoluta soledad, abandonada de toda relación social, sin familia o al menos no se tenía noticia de ella. Francamente parecía un fantasma andante. Por si no fuera suficiente, hasta los chiquellos de la época, dada su total indefensión y su lastimoso aspecto, la hicieron objeto de algunas bromas crueles, sin respuesta por parte de la afectada.

De lo que tengo duda es de que, el Gran Soso, algo habría oído o le habrán contado sobre este tema, lo que le vino que ni pintiparado para montar su tenebrosa fábula adornada de fantasías gatunas, nocturnidad teneborsa y demás aditamentos tétriucos para el caso. No fue de vieja a niña, sino al reves, como dada quisque. En sueños todo es posible. la realidad... ¡ay!, algo muy distinto.

Me falta algunos de los episodios más importantes que esta buena señora llegó a sufrir y que probablemente fueron los que le dieron la estocada final de su trayectoria en esta vida. El detalle lo dejo para otrodía.

Salutem pluriman.