ACTO SEGUNDO. (La exaltación que jamás conocieron los tiempos)
¡Me cagüeeeeennnnn...!. ¡Esto si que es cosa grande! ¡No hay quien lo supere!. Para amor apasionado, patriótico, exaltado, emocionado, enardecido y vehemente, el que mi buen amigo JOM profesa a su pueblo. ¡P'a qye luego digan! Veamos, si no; ·" ¡... Llevo en mi corazón el pueblo que me vio nacer...!". ¡Toma ya!. Esta si que es una frase lapidaria que merece figurar en letras de oro sobre un monolito que por suscripción popular debiera levantarse a la entrada del pueblo, concretamente al comienzo de la calle Real y al borde de la carretera p'a que todos los que pasen por allí, además de los de Villaflores, Palacios y Cantalapiedra, se enteren.
Francamente: yo me siento abochornado e incapaz para llegar a la mitad, de la mitad de la décima parte para alcanzar semejante distinción. Y ni aún así. Cuando leí ese chorro de amor en semejante frase, emocionado y contrito se me cayeron unas lágrimas como garbanzos de gordas. Sentimental que es uno. ¡Qué le vamos a hacer!. Pues algo habrá que hacer. Por de pronto, tendremos que saber cual es la gracia del interfecto, es decir, su identidad registral en la parroquia o en el Consistorio para reproducirla con corrección, no vayamos a meter la pata. Y el pseudónimo no pega p'a una cosa de éstas. (Me temo que aquí hemos topado con la madre del cordero, y luego, pasa lo que pasa). No obstante, confiemos en la divina providencia.
(FIN DEL SEGUNDO ACTO)
¡Me cagüeeeeennnnn...!. ¡Esto si que es cosa grande! ¡No hay quien lo supere!. Para amor apasionado, patriótico, exaltado, emocionado, enardecido y vehemente, el que mi buen amigo JOM profesa a su pueblo. ¡P'a qye luego digan! Veamos, si no; ·" ¡... Llevo en mi corazón el pueblo que me vio nacer...!". ¡Toma ya!. Esta si que es una frase lapidaria que merece figurar en letras de oro sobre un monolito que por suscripción popular debiera levantarse a la entrada del pueblo, concretamente al comienzo de la calle Real y al borde de la carretera p'a que todos los que pasen por allí, además de los de Villaflores, Palacios y Cantalapiedra, se enteren.
Francamente: yo me siento abochornado e incapaz para llegar a la mitad, de la mitad de la décima parte para alcanzar semejante distinción. Y ni aún así. Cuando leí ese chorro de amor en semejante frase, emocionado y contrito se me cayeron unas lágrimas como garbanzos de gordas. Sentimental que es uno. ¡Qué le vamos a hacer!. Pues algo habrá que hacer. Por de pronto, tendremos que saber cual es la gracia del interfecto, es decir, su identidad registral en la parroquia o en el Consistorio para reproducirla con corrección, no vayamos a meter la pata. Y el pseudónimo no pega p'a una cosa de éstas. (Me temo que aquí hemos topado con la madre del cordero, y luego, pasa lo que pasa). No obstante, confiemos en la divina providencia.
(FIN DEL SEGUNDO ACTO)