En día tan señalado como es el 25 de diciembe de cada año, Fiesta Universal por excelencia del Mundo Cristiano y efemérides en la que tantas veces nos prodigamos y otras tantas nos repetimos transmitiendo el mismo deseo -Feliz Navidad- dirigido a otras personas, ojalá fuera verderamente frase sentida y respetada durante el resto de los días del año hasta el siguiente y no la rutinaria cantinela que, como tantas otras, nos hace quedar bien convecionalmente por el momento..., ¡y nada más!, porque, -y valga la redundancia-, a nada obliga semejante expresión en lo que pueda tener de auténtica solidaridad y afecto para con el prójimo al que se la dirigimos.
Además de en el Mundo Cristiano, creo haber entendido u oído en alguna ocasión a quien ha viajado por países ajenos a la órbita católica de occidente, algo así como que también se celebraba en ellos el advenimiento del Redentor al mundo con distinto nombre pero utilizando esta misma fecha del 25 de diciembre. Lo que, aún cuando supuestamente la conmemoren desconociendo la ortodoxía de la liturgia Católica, equivaldría a que, en el fondo, con distinta apariencia o representación vendría a ser lo mismo. En todo caso y sea como fuere, lo cierto es que los valores del cristianismo, si ciertamente los observáramos de forma universal sin excepción, qué bien nos vendría a todos, particularmente a los más humildes y desheredados. Es la modesta opinión de un ciudadano más que así lo cree, pero que, como tantos otros, reconozco que tampoco lo practica como debiera.
Por ello, y siguiendo el protocolo, ¡FELIZ NAVIDAD EN GENERAL Y A LOS POVEDANOS EN PARTICULAR!.
Además de en el Mundo Cristiano, creo haber entendido u oído en alguna ocasión a quien ha viajado por países ajenos a la órbita católica de occidente, algo así como que también se celebraba en ellos el advenimiento del Redentor al mundo con distinto nombre pero utilizando esta misma fecha del 25 de diciembre. Lo que, aún cuando supuestamente la conmemoren desconociendo la ortodoxía de la liturgia Católica, equivaldría a que, en el fondo, con distinta apariencia o representación vendría a ser lo mismo. En todo caso y sea como fuere, lo cierto es que los valores del cristianismo, si ciertamente los observáramos de forma universal sin excepción, qué bien nos vendría a todos, particularmente a los más humildes y desheredados. Es la modesta opinión de un ciudadano más que así lo cree, pero que, como tantos otros, reconozco que tampoco lo practica como debiera.
Por ello, y siguiendo el protocolo, ¡FELIZ NAVIDAD EN GENERAL Y A LOS POVEDANOS EN PARTICULAR!.