Como es bien sabido, la frase en cuestión tantas veces repetida en el lenguaje vulgar mediante la expresión "salirse por los cerros de úbeda", tiene ya por el uso repetitivo de la misma su propio significado popular, cual es el habitual de cuando alguien se pierde en divagaciones innecesarias, se sale del argumento que estaba tratando, cambia el tema de conversación o responde a lo que se le pregunta con algo que nada tiene que ver con una auténtica respuesta. He ahí una expresión que nada tiene de clara, ni de breve, ni de concisa, y, sin embargo, todo el mundo sabe qué es lo que le han querido decir cuando se la dirigen, con bastante menos palabras que las que pudiera utilizar el mejor erudito en uso de la trilogía anterior. Todo es relativo en la vida y el lenguaje también pues está siempre en continada evolución. La Real Academia de la Lengua ya recoge en sus tratados lo que la calle utiliza (entre otras, el rollito, el jilipollas, etc.) y todo el mundo lo entiende.
Más, ¿de dónde procede la famosa frase?. Pues de nada menos de un hecho que data del año 1234. En ese año (han pasado ya nada menos que 1774), se reconquistó por el Rey Fernando III el Santo la ciudad jienense de Úbeda. Parece ser que uno de los más importante capitanes de este rey desapareció instantes antes de entrar en combate, presentándose posteriormente en la ciudad cuanto ésta ya estaba tomada. Preguntado por el Rey, extrañado, dónde se había metido, el susodicho y "valiente" capitán, ni corto ni perezoso, contestó que "SE HABÍA PERDIDO POR LOS CERROS DE ÚBEDA". La frase fue tomada con la consiguiente ironía, (vulgo cachondeo), de los cortesanos y soldados, perpetuándose después como signo de cobardía. En suma, que su sentido histórico no es precisamente el de divagaciones insulsas y bobas, sino algo muy distinto. Otra cosa es el giro que ha tomado después a través de los tiempos y de la sabiduría popular. (¡Vaya papo el del capi!; ¡a este pájaro yo le habría "rebajao" a cabo furriel!).
Más, ¿de dónde procede la famosa frase?. Pues de nada menos de un hecho que data del año 1234. En ese año (han pasado ya nada menos que 1774), se reconquistó por el Rey Fernando III el Santo la ciudad jienense de Úbeda. Parece ser que uno de los más importante capitanes de este rey desapareció instantes antes de entrar en combate, presentándose posteriormente en la ciudad cuanto ésta ya estaba tomada. Preguntado por el Rey, extrañado, dónde se había metido, el susodicho y "valiente" capitán, ni corto ni perezoso, contestó que "SE HABÍA PERDIDO POR LOS CERROS DE ÚBEDA". La frase fue tomada con la consiguiente ironía, (vulgo cachondeo), de los cortesanos y soldados, perpetuándose después como signo de cobardía. En suma, que su sentido histórico no es precisamente el de divagaciones insulsas y bobas, sino algo muy distinto. Otra cosa es el giro que ha tomado después a través de los tiempos y de la sabiduría popular. (¡Vaya papo el del capi!; ¡a este pájaro yo le habría "rebajao" a cabo furriel!).