ADORO LOS BELENES
Lástima que no recuerde estas fechas en mi casa de Lagunilla, cuando aún vivíamos todos en Salas Pombo; me gustaría estar seguro de que también ahí montábamos el belén. Lo del árbol sé que no. Eso fue una invención más posterior que quizás la copiamos a los americanos o… Ve tú a saber. La televisión tuvo mucho que ver con ello.
Cuando visito por aquí (Navarra) los belenes me llaman la atención los medios rurales que eligen para su puesta en escena. Esas tortuosas calles de piedra, las casas mohosas y frías o, con más crudeza, las figuritas que emulan la vida cotidiana de esas gentes que pueblan anacrónicas la época en que sucedió todo ello. Es en esos recovecos cuando me transporto a los recuerdos intermitentes que guardo del pasado. A esas pozas en las que sorprendí paisanas lavando, a los burros acarreados con leña o paja por nuestras calles mansos. Los pesebres son tal como aquellos que hubo antes en casa y los pastores mis hermanos. El taller del carpintero se cruza con un engañoso gesto de mi cuñado haciendo banastas en el patio que tenía al fondo de Plaza Mayor. Eufemismos de actividades propias del cuerpo que algunos muñequitos ornan rincones oscuros del nacimiento. Los reyes con sus camellos me sacan del atónito ensueño. Los míos llevan mulas con alforjas cargadas de cosas que no recuerdo.
Los belenes me recuerdan mi pueblo.
Lástima que no recuerde estas fechas en mi casa de Lagunilla, cuando aún vivíamos todos en Salas Pombo; me gustaría estar seguro de que también ahí montábamos el belén. Lo del árbol sé que no. Eso fue una invención más posterior que quizás la copiamos a los americanos o… Ve tú a saber. La televisión tuvo mucho que ver con ello.
Cuando visito por aquí (Navarra) los belenes me llaman la atención los medios rurales que eligen para su puesta en escena. Esas tortuosas calles de piedra, las casas mohosas y frías o, con más crudeza, las figuritas que emulan la vida cotidiana de esas gentes que pueblan anacrónicas la época en que sucedió todo ello. Es en esos recovecos cuando me transporto a los recuerdos intermitentes que guardo del pasado. A esas pozas en las que sorprendí paisanas lavando, a los burros acarreados con leña o paja por nuestras calles mansos. Los pesebres son tal como aquellos que hubo antes en casa y los pastores mis hermanos. El taller del carpintero se cruza con un engañoso gesto de mi cuñado haciendo banastas en el patio que tenía al fondo de Plaza Mayor. Eufemismos de actividades propias del cuerpo que algunos muñequitos ornan rincones oscuros del nacimiento. Los reyes con sus camellos me sacan del atónito ensueño. Los míos llevan mulas con alforjas cargadas de cosas que no recuerdo.
Los belenes me recuerdan mi pueblo.
