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LAGUNILLA: No tienes que agradecerme nada, al contrario, están...

Manchega, permíteme darte las gracias por el uso y abuso que, sin permiso expreso, hago de tus maravillosas fotografian. Son excelentes y muchas las que tienes colgadas de Lagunilla y, aunque sea incapaz de conocerlas y ubicarlas exactamente, me llevan a las calles de mi infancia, me traen a la mente tantos recuerdos que me hacen sentirme feliz cada vez que las contemplo.
En un primer momento, pensé que la autor/a de las mismas se trataba de una mujer; pero después de ver tu trabajo fotográfico, entré a leer algo de lo que tienes escrito y, de la lectura y de lo que expresabas, llego a la conclusión de que eres un varón; cuestión ésta del sexo, que no es importante y tampoco significa nada a los efectos de los publicado y escrito, únicamente el despiste en que yo andaba.
En lo poco que te he leído, creo he tenido la suerte de dar aquello que se asemeja más a lo vivido por mi en casa de mis abuelos. Se trata de cuando con una ilustración fotografíca de la calle que comunica la Plza. de Salamanca en dirección a la casa de médico se aprecia algo del Ayuntamiento y hay nieve en el suelo, hablas del despertar una mañana con frio intenso, el estar acurrucado en la cama con varias mantas, lo de la lata de escabeche con asa dode se ponían las brasas de la lumbre y servía de estufa, etc. Son acontecimientos similares a los vividos por mi en un único invierno completo que en Lagunilla pasé y, como no podía perder curso, el herrero mágico del que hablo en otro apartado, me "apunto" a la escuela de la carretera en compañía de su hijo -mi primo- y otros niños de mi edad. Tendría 9 años o poco más.
Con anterioridad, cuando era todavía más niño, seguramente no llegaría a 6, recuerdo haber asistido a la escuela -no mucho tiempo- que tenían unas monjas en un lateral del palacio del obispo de Coria, al que se accedía por una escalera desde una calle sombría durante todo el año y que parece estar sembrada de cesped o musgo por lo verde que siempe estaba su piso. En aquella escuela, no había asientos como los conocemos ahora, nos sentábamos en un largo madero junto a la pared, sirviendo esta para apoyar nuestra débiles espaldas. También, otro poquito de tiempo, fui a otra escuela -de parbulitos- en los bajos del Ayuntamiento, donde ahora hacen el teatro.
Ha pasado mucho tiempo de todo esto. Los nombres han volado de mi cabeza, pero los hechos vividos permanecen inalterables como si fueran recientes.
Muchas gracias y un fuerte abrazo

No tienes que agradecerme nada, al contrario, están en el foro para hacer uso de ellas y a poder ser disfrutar con ellas del entorno, mi intención siempre fue compartirla y me alegra que en ocasiones así sea.
Nunca fue mi intención confundir con el seudónimo, traté de explicarlo en mis primeros mensajes del foro, pero ha resultado algo lioso,,, pero ya me he acostumbrado.

Lo que cuentas se asemeja mucho a lo por mi vivido. Yo también asistí a esa escuela de escaleras de piedra con las monjas en la calle Cantón, también me senté con varios compañeros en bancos corridos de maderas y dispuse de una pequeña pizarra en hojalata negra, en vez de pizarra de verdad, era más resistente a las caídas y además se podía lanzar al aire sin temor a que se hiciera añicos. También recuerdo al fondo de la clase un pequeño cuarto donde las monjas encerraban a los más trastos como castigo, sin ninguna luz, el cuarto oscuro!
Un saludo.