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LAGUNILLA: EDITAR UN LIBRO...

EDITAR UN LIBRO
Pateando los adoquines de la calzada que revisten los suelos del casco viejo de Pamplona me venía la sensación de pisar aquellos arrieros cantos de nuestras callejas, tan sufrido suelo que soportaban mis pies; sin duda alguna, los de esta vascona ciudad eran más descansados. Y tenía ido el presente cuando recorría las imágenes de la gente introvertida que, en Lagunilla, se acercaba y me preguntaba si yo era tal… Por estas avenidas paso muy a diario pero nadie se para a indagar quién soy. En la misma calle se cruzan rostros conocidos. Una mirada y un gesto de aprobación, será suficiente para decir “te conozco”. No sé cómo te llamas ni me importa; pero ese rostro está identificado. Así es siempre hasta que uno rompe el hielo; tras la barra de un bar o una cafetería, cuando la casualidad permite que dos personas coincidan y se den los “buenos días o tardes” (la hora se decía en otros tiempos); es la ocasión para hablar de algo con más profundidad, una pregunta (la primera) que abrirá hasta el umbral de la amistad. Ya se adivina. Con un ¡ya madruga usted! Se puede sentir el apretón figurado de esas manos amigas en el momento que la otra persona contesta: “ ¡y usted también!”. Después la escusa conlleva a un ánimo de curiosidad sobre el trabajo, el tiempo y… en días venideros, todos hablamos del pueblo; de ese lugar que, indiferentemente de su lugar de ubicación, a cada uno de nosotros nos roba la boca para ensalzarlo y honrarlo mal que nos hiera la justa verdad.