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LAGUNILLA: EDITAR UN LIBRO ...

EDITAR UN LIBRO

En los encuentros que hoy puedo tener con el ayer de antaño, con aquella época de calzones remendados; dejo viajar la mente sobre los suelos empedrados, las rampas de tierra y los repechos empinados. Heces de burros, vacas y toda la fauna que ya no se pasea tal lo hacían antes; delante de mi puerta siempre pasaron mulos tempraneros que partían hacia el campo. El carro de mi padre salía rumbo a las pólvoras una primavera y, a mí, me llevaba montado. Un camino muy estrecho seguía cuesta abajo. Las riveras de piedra, los matojos verdes y floreados; dejan que mire La fontanita tan clara y fresca en el itinerario. Bajo los tallos enmarañados del sendero respiran las violetas y campanillas, es un paseo muy perfumado. En la memoria llevo los surcos y a mi padre tras el arado. El agua deslizándose por un laberinto caprichoso que el azadón cerraba o abría a su paso. Una jornada muy extensa para el zahorí “Cachapo”. Allá, en un rincón de la finca, junto al camino que va a Hornacinos; crece un socavón tremendo y oscuro, metros que él ha calculado. Un pozo, quizás el primero de los que vi un día ya muy lejano; es tan seca ahí la tierra que tiene mucho trabajo. Llegar hasta el agua subterránea rompe heridas, se despellejan las manos.