AROMAS OLVIDADOS
Tras volver a ver esta fotografía, tan lejana en el tiempo, nada menos que cincuenta y un años atrás; en estas fechas un servidor apenas tenía un año y medio por lo que, en mis reservas, la memoria no ha dejado muchos estigmas que den fe de cuanto pude conocer. Sin embargo, por otras razonas tan difíciles de explicar, conservo una vaga imagen de los trillos rotando sobre las espigas de trigo; gentío en un espacio llano que llamaban la era; niños que, como yo, disfrutaban subidos en aquella mole de madera combada que iba moliendo parvas en círculo tirado por mulo; nunca llegué a ver estos bueyes que presenta la foto pero no lo dudo; quizás sí los llegué a ver, en esa edad tan bisoña de mi existencia ¿quién puede negarlo? Pero en el tiempo que ha pasado debe de estar tan arrinconada en mi cerebro esa imagen que no hallo indicios. Recuerdo sin ninguna duda los aromas del trigo y la mies, de montones de heno seco; montañas de paja donde retozábamos saltando y durmiendo; días de verano que hoy quedan tan lejos.
Tras volver a ver esta fotografía, tan lejana en el tiempo, nada menos que cincuenta y un años atrás; en estas fechas un servidor apenas tenía un año y medio por lo que, en mis reservas, la memoria no ha dejado muchos estigmas que den fe de cuanto pude conocer. Sin embargo, por otras razonas tan difíciles de explicar, conservo una vaga imagen de los trillos rotando sobre las espigas de trigo; gentío en un espacio llano que llamaban la era; niños que, como yo, disfrutaban subidos en aquella mole de madera combada que iba moliendo parvas en círculo tirado por mulo; nunca llegué a ver estos bueyes que presenta la foto pero no lo dudo; quizás sí los llegué a ver, en esa edad tan bisoña de mi existencia ¿quién puede negarlo? Pero en el tiempo que ha pasado debe de estar tan arrinconada en mi cerebro esa imagen que no hallo indicios. Recuerdo sin ninguna duda los aromas del trigo y la mies, de montones de heno seco; montañas de paja donde retozábamos saltando y durmiendo; días de verano que hoy quedan tan lejos.
Aún recuerdo como, "calvoteaba" el sol,! Dios que calor!.
Estar un rato era divertido, cuando otro llevaba las riendas, podías jugar y era hasta divertido, sobre todo cuando íbamos unos cuántos, pero cuando estabas sólo, ¡qué aburrimiento!.
Y el dichoso polvillo que se levantaba y te llegaba hasta "el hígado",
¡Pues no digo nada de cuando empezaron a trillar con tractor! el polvillo debía llegar hasta las uñas de los pies.
¡Como me gastaba que me dejase las riendas! Estaba más tiempo fuera de la " palva " que dentro.
¡Que recuerdos! Como cuando mi madre nos echaba la siesta y nos estábamos por el balcón, para ir a trillar con amigos, volvíamos como "moragos", subíamos por el balcón otra vez, nos metíamos en la cama, hasta que nos iba a levantar y creíamos que no se enteraría. ¡lo que es la niñez! Nos caía otra paliza, mi madre siempre tubo la mano larga.
Os acordais de cuando el tractor del chispa se incendió cuando estaba trillando? medio pueblo fué a verlo.
Os dejo que ya vuelvo a mezclar las "gorras" con las merinas.
Saludos.
Estar un rato era divertido, cuando otro llevaba las riendas, podías jugar y era hasta divertido, sobre todo cuando íbamos unos cuántos, pero cuando estabas sólo, ¡qué aburrimiento!.
Y el dichoso polvillo que se levantaba y te llegaba hasta "el hígado",
¡Pues no digo nada de cuando empezaron a trillar con tractor! el polvillo debía llegar hasta las uñas de los pies.
¡Como me gastaba que me dejase las riendas! Estaba más tiempo fuera de la " palva " que dentro.
¡Que recuerdos! Como cuando mi madre nos echaba la siesta y nos estábamos por el balcón, para ir a trillar con amigos, volvíamos como "moragos", subíamos por el balcón otra vez, nos metíamos en la cama, hasta que nos iba a levantar y creíamos que no se enteraría. ¡lo que es la niñez! Nos caía otra paliza, mi madre siempre tubo la mano larga.
Os acordais de cuando el tractor del chispa se incendió cuando estaba trillando? medio pueblo fué a verlo.
Os dejo que ya vuelvo a mezclar las "gorras" con las merinas.
Saludos.
