OTROS TEMAS
Es sorprendente la de información que se saca en una tertulia familiar, cuando se coincide en casa de uno o de otro. Y un servidor saca una hoja de papel (en este caso fue una carta del administrador de fincas) para ir tomando nota de lo que tiene sustancia informativa. Y aprovechando los espacios libres del membrete de dicha comunicación, con tinta de bolígrafo, se comienzan a embadurnar esas impolutas oquedades. A veces no cabe todo en los membretes y se recurre a los estrechos puntos y aparte para instruir algunos contra puntos que guardan relación con otros más descolocados. Generalmente se correlacionan con unas flechas que, a los días de ir a consultarlo, no hay manera de discernir tales garabatos. Tan apelmazados ellos.
Voy a intentar interpretarlos:
“Una hija de mi padrino está casada con (posible guardia) un señor al que mi hermano le hizo el cierre de la casa con una pared alrededor. “ (Sospechas de que pueda ser un forero al que no le voy a poner nombre). Quede entre nos…
Recuperando el tema de nuestra finca más allá de los Horcos, mi hermano Juan argumenta y corrige los datos que recibí de Manuel: “El campo de mi padre se llama <La Umbría >. En el campo de La Candela. Por Jara de Hornillo, más adelante está La Cabrera y más abajo la vega el puerto que muga con Valdelajeve y Martilebrón. Donde el bosque.
Recuerda una vez que fueron a recoger las patatas mi padre y él, nos deleita con un relato de aquella noche que se tuvieron que quedar en la caseta a pasar la noche. Una fogata que no se dejaba apagar para que ahuyentara a los lobos que no dejaban de aullar. Se temía por las mulas. Y, entre otros temas, nos describía aquella finca tan socorrida de manantiales, se reafirmaba la bonanza de aquellas patatas y, con la mente en los veranos, nos confesó haber aprendido a nadar en el “Charco Lázaro”; que está en la esquina de arriba y, más abajo, en la esquina del mismo campo de La Candela. (Así lo describió con sus palabras).
Con esta entrada os mando a todos mis saludos y, a los que ya están por el pueblo, prudencia para que no se empachen de cerezas.
Es sorprendente la de información que se saca en una tertulia familiar, cuando se coincide en casa de uno o de otro. Y un servidor saca una hoja de papel (en este caso fue una carta del administrador de fincas) para ir tomando nota de lo que tiene sustancia informativa. Y aprovechando los espacios libres del membrete de dicha comunicación, con tinta de bolígrafo, se comienzan a embadurnar esas impolutas oquedades. A veces no cabe todo en los membretes y se recurre a los estrechos puntos y aparte para instruir algunos contra puntos que guardan relación con otros más descolocados. Generalmente se correlacionan con unas flechas que, a los días de ir a consultarlo, no hay manera de discernir tales garabatos. Tan apelmazados ellos.
Voy a intentar interpretarlos:
“Una hija de mi padrino está casada con (posible guardia) un señor al que mi hermano le hizo el cierre de la casa con una pared alrededor. “ (Sospechas de que pueda ser un forero al que no le voy a poner nombre). Quede entre nos…
Recuperando el tema de nuestra finca más allá de los Horcos, mi hermano Juan argumenta y corrige los datos que recibí de Manuel: “El campo de mi padre se llama <La Umbría >. En el campo de La Candela. Por Jara de Hornillo, más adelante está La Cabrera y más abajo la vega el puerto que muga con Valdelajeve y Martilebrón. Donde el bosque.
Recuerda una vez que fueron a recoger las patatas mi padre y él, nos deleita con un relato de aquella noche que se tuvieron que quedar en la caseta a pasar la noche. Una fogata que no se dejaba apagar para que ahuyentara a los lobos que no dejaban de aullar. Se temía por las mulas. Y, entre otros temas, nos describía aquella finca tan socorrida de manantiales, se reafirmaba la bonanza de aquellas patatas y, con la mente en los veranos, nos confesó haber aprendido a nadar en el “Charco Lázaro”; que está en la esquina de arriba y, más abajo, en la esquina del mismo campo de La Candela. (Así lo describió con sus palabras).
Con esta entrada os mando a todos mis saludos y, a los que ya están por el pueblo, prudencia para que no se empachen de cerezas.
