MI GRAN AMIGO GUILLERMO (4ª entrega)
Pensar en mi amigo Guillermo era saborear pueblo, montaña; aromas a crin y cueros. Respirar cuadras y henos o enfrentar nobleza y nervio. A veces también locuras de algún extraordinario gesto. La vesania del campo en sus sanos reflejos.
Recuerdo de una mañana que nunca entendí, no supe a que vino aquello. Subía él de la plaza con una guadaña enhiesto, la mirada me advertía que estuviera atento; parecía enojado también en su silencio. No respondió a mi saludo y algo le bullía dentro. Observó que miraba yo la hoz y atacó al momento. Tuve que echarme para atrás en dos de sus intentos. Hasta que se me cargó el cuerpo de adrenalina y me lancé con patada alta de un salto, buscando alcanzarle le cara para reducirle al momento. Entonces reaccionó y fue el quién se hizo atrás y desistió de sus intentos. Una sonrisa de sorpresa en su cara devolvió a mi amigo la sensatez y nos reímos de nuestro encuentro. Luego me estuvo elogiando de mi destreza… pero yo me llevé un buen susto por dentro.
Pensar en mi amigo Guillermo era saborear pueblo, montaña; aromas a crin y cueros. Respirar cuadras y henos o enfrentar nobleza y nervio. A veces también locuras de algún extraordinario gesto. La vesania del campo en sus sanos reflejos.
Recuerdo de una mañana que nunca entendí, no supe a que vino aquello. Subía él de la plaza con una guadaña enhiesto, la mirada me advertía que estuviera atento; parecía enojado también en su silencio. No respondió a mi saludo y algo le bullía dentro. Observó que miraba yo la hoz y atacó al momento. Tuve que echarme para atrás en dos de sus intentos. Hasta que se me cargó el cuerpo de adrenalina y me lancé con patada alta de un salto, buscando alcanzarle le cara para reducirle al momento. Entonces reaccionó y fue el quién se hizo atrás y desistió de sus intentos. Una sonrisa de sorpresa en su cara devolvió a mi amigo la sensatez y nos reímos de nuestro encuentro. Luego me estuvo elogiando de mi destreza… pero yo me llevé un buen susto por dentro.
