CUANDO EL HAMBRE APRIETA CRECE EL INGENIO (parte tercera)
Según llegamos huidos por un futuro inestable nos recibió el ceño de esta otra gente recelosa que, alegando suspicaces sus temores, nos vigilaban temerosos de que les quitáramos el pan. Y fuimos culpables esquiroles de sus luchas frustradas porque (según ellos) invadimos lo que llaman ellos su patria. No obstante resistimos y fuimos mano de obra barata. Nos usaron en sus empresas y nos dieron seguridad de vida. El tiempo y el roce doblegan y familiariza los sentimientos, abate las absurdas pasiones; dejan que la oveja y el lobo yanten tranquilos y cada cual con sus razones.
Aquellos pastos de nuestro pueblo, sus manantiales de plata; a todo lo que un día se tuvo: la casa, los bichos y las herramientas de labranza; a todos esos nombres que a estas lenguas le falta, a esos recuerdos se recurre cuando se está muy lejos de casa. Por ello se alquilaron junto al río algunos espacios de labranza. Y ya tenemos un sacho para hacer surcos, donde crezca la ilusión traicionera de tener hacienda y cultivos como en “Las Pólvoras” o “Los Riscos” aunque tan lejanos se hallan.
Según llegamos huidos por un futuro inestable nos recibió el ceño de esta otra gente recelosa que, alegando suspicaces sus temores, nos vigilaban temerosos de que les quitáramos el pan. Y fuimos culpables esquiroles de sus luchas frustradas porque (según ellos) invadimos lo que llaman ellos su patria. No obstante resistimos y fuimos mano de obra barata. Nos usaron en sus empresas y nos dieron seguridad de vida. El tiempo y el roce doblegan y familiariza los sentimientos, abate las absurdas pasiones; dejan que la oveja y el lobo yanten tranquilos y cada cual con sus razones.
Aquellos pastos de nuestro pueblo, sus manantiales de plata; a todo lo que un día se tuvo: la casa, los bichos y las herramientas de labranza; a todos esos nombres que a estas lenguas le falta, a esos recuerdos se recurre cuando se está muy lejos de casa. Por ello se alquilaron junto al río algunos espacios de labranza. Y ya tenemos un sacho para hacer surcos, donde crezca la ilusión traicionera de tener hacienda y cultivos como en “Las Pólvoras” o “Los Riscos” aunque tan lejanos se hallan.
