LAGUNILLA: os regalo unas risas ¡

Pedro, preguntabas por las amanitas venenosas, aquí tenéis una, muy hermosa y peligrosa... No comentible. Toxica.

Esta ya he llegado a verla alguna vez cuando cogía robellones, recuerdo que mi cuñado Demetrio me decía: ¡las rojas no, las rojas no; sólo las claricas! Porque eran como si hubiesen perdido el color rojo las que buscábamos. Y, cuando las comí por primera vez, lo hice con bastante temor de haberme equivocado.

En fin, él ya murió, lo hizo antes que mi padre; eran dos grandes expertos. Recuerdo que buscando setas negrillas (no sé cómo las llamáis por ahí, aquí las conocemos por la seta de pino); yo iba delante de mi padre. Y, a pesar de tener unas cataratas que lo hacían casi más invidente que a esos de la once, él pillaba más setas que yo. ¡Pero papá, tu las hueles! Exclamé con rabia de no haberlas visto yo antes. Cuando se es joven se hace poco caso de las enseñanzas de nuestros padres, luego se crece, se madura; y se da uno cuenta de la enorme estupudez de la que hemos hecho gala. ¡Lástima que tengamos que madurar sólo con nuestra peligrosa experiencia! Estulticia humana.
Bién, pues gracias de nuevo y que paséis muy grato el domingo.

hola!
Esta foto la saque yo el año pasado me pareció una seta super bonita pero solo eso es una amanita muscaria. El año que vino el micologo a darnos la conferencia al pueblo dijo que no era mortal de necesidad pero que daba unas fuetes gastroenteritis jajaj! haber quien se atreve. Tambien dijo que cocida y puesta en las puertas y ventanas auyentaban las moscas quizas por eso lo de muscaria jajajaj! saluditos.

BUSCANDO EL HUEVO DE REY

Me levante cargado de ilusión. Busqué mis antiguas botas de montaña, aquellas de piel de ciervo que ni sé cómo estarían; después de tantos años apartadas en la despensa y tras darle la última película de sebo. Ante la falta de ejercicio, su piel estaba tan tersa que tuve que prevenir las rozaduras; me vestí dos pares de calcetines de gruesa lana. Miré al cielo. Las nubes apenas cerraban la luz del sol. No era un día bueno para recolectar setas y, aún peor si iba a buscar entre los pinos. El huevo de Rey, según se apreciaba en las fotos que vi de él, debería encontrarse en relieves distintos. Recuerdo haber distinguido unas ramas de helechos, lo que indica que el lugar bien podría ser un bosque de castaños y robledales; pero mira…me dije: “Si acaso no doy con él en este hábitat de nuestra finca ya lo hallaré en la próxima excursión que haga en Eugui; pues allá sí que sé que vi algunas muy iguales a ese dichoso Huevo “. Y salí más esperanzado en recolectar setas de chopo y, quizás, alguna de pradera y de pino, pues al igual que los robellones, ya eran reconocidos por aquel entorno.
Con una botella de agua fresquita y un bocadillo de frías sobras del día anterior me metí en el coche y salí, al encuentro de una fotografía de setas u hongos, de un testimonio veraz; una muestra interesada para mostrar a mi pueblo; en alarde de victoria y habilidad personal en dichas búsquedas.
Mientras mi hermano Manuel encendía el fuego y esperaba la llegada de nuestro cuñado y hermana, yo advertí que me iba monte arriba.
- ¡No vayas!- me dijo.
-No vas a encontrar nada. Hace muchos días que no llueve y todo está muy seco: Espera que llueva y ya iremos.
¡Pero bueno! ¿Quién puede convencer a una mente tan obtusa como la mía? Cuando se me mete algo en la cabeza…y me fui solo. Sin prisa por arrastrar mis piernas por aquellos derroteros, enmarañados caminos que ya nadie hollaba, ni tan siquiera las ovejas del pastor; porque todo estaba cambiado. Cercado de alambres los prados, ya en duro barbecho, y los senderos de antaño…todos ellos truncados de zarzas o carrasca. Nuevas y descortezadas praderas para potros, ganado de cría y disfrute que los intimidaba y cercaba una cinta eléctrica. Ya no era un monte libre como antes y hastiaba tener que andar dando rodeos ciegos por entre engañosos senderos que no van a ninguna parte. Volví al azar de mis posibilidades saltando cercas y arrollando todo tipo de matorrales hasta dar con las pasarelas que vadean el río, crucé por ellas y tomé otro destino hacia los pinares de la cara norte; por ahí subía una pista de arrieros que hacía las veces de cortafuegos. Eran las once de la mañana y el sol abrasador me quemaba la cara. ¿Cómo voy a encontrar setas ni hongos con este sol? ¡Vaya un otoño! Y obstinado seguía ojeando las vaguadas más sombrías de aquellos pinos, en las que pude ilusionarme al ver verde el musgo de sus suelos. Pero nada. Ya desesperado, tan sólo clamaba al cielo por una muestra, una que me sirviera para la foto; no importa que sea comestible o toxica, una…la que sea.
Y regresé al lado de mis hermanos que, ya desde lejos me reconocieron y se mofaron de mí ofreciéndome su ayuda para cargar las setas. No hubo setas pero sí mucha ilusión y un hermoso y aventurado paseo.
Continuará hasta que dé con ese dichoso Huevo de Rey.

JAJAJJAJAJJAAAAAAAAAAAJ, que me meooooooooooooooo jajjajjajajjaaaaaaa,

........ me caen las lagrimaassssss jajajja estoy bañada en ellas, jajjaja
He leido TU RELATO a mi marido, no he podido evitarlooooooo jajjajaa...

Buenisimoooooooo, Pedro

... y continua con ésta tenacidad que has puesto en LA BUSQUEDA DEL HUEVO---

JJAJAJJAJAAAAAAAAAA

ana,

Sabía que os iba a gustar y, el objetivo se ha logrado; os he dado unas risas y un grato momento. Espero dar con el dichoso Huevo en el día de Todos los Santos, cuando vaya a coger castañas a un lugar ya húmedo y, para entonces, espero que las lluvias lleguen a Navarra.

Un saludo y no te pierdas las siguientes aventuras.

os regalo unas risas ¡