Manchega, coje unos cuantos de aqui, que son gratis. Cuidado y no te quemes.
Un saludo para todos.
Arriba el mogosto, abajo Hallowenn (americanada importada de gran Bretaña y vendida como suya). En Lagunilla toda la vida se han puesto calabazas en el verano con la vela dentro, los famosos MANOLOS, antes de que la gente hubiera oido hablar de esa costumbre britanica.
Un saludo para todos.
Arriba el mogosto, abajo Hallowenn (americanada importada de gran Bretaña y vendida como suya). En Lagunilla toda la vida se han puesto calabazas en el verano con la vela dentro, los famosos MANOLOS, antes de que la gente hubiera oido hablar de esa costumbre britanica.
Jsm. Gracias.
Te lo agradezco, de verdad que no me importaría meter mano en la calvotera. Todavía recuerdo aquellos primeros “magostos”, cuando salíamos en pandilla al campo a comer las castañas, y si llovía nos metíamos en alguna casilla, que juegas! Era cuando nos permitían beber aquel vino rebajado con agua y azúcar (no siempre con agua), en botellitas pequeñas, para que no fuera mucha la cantidad y no nos hiciera efecto, cosa que en muchos no surtía tal efecto.
Cuanta razón tienes en cuanto a los “manolos”, esa calabaza fantasmal que se vaciaba y se le tallaban unos dientes largos y afilados. Era la mejor fiesta que pasábamos en casa con los pequeños, se apagaban las luces y el que la portaba se colocaba una sabana blanca encima. Lo que menos producíamos era miedo, más bien una juerga llena de algarabía. Y de eso ya han pasado unos cuantos años. No se sabía nada del tal Hallowenn, y su negocio urbanita.
Saludos.
Te lo agradezco, de verdad que no me importaría meter mano en la calvotera. Todavía recuerdo aquellos primeros “magostos”, cuando salíamos en pandilla al campo a comer las castañas, y si llovía nos metíamos en alguna casilla, que juegas! Era cuando nos permitían beber aquel vino rebajado con agua y azúcar (no siempre con agua), en botellitas pequeñas, para que no fuera mucha la cantidad y no nos hiciera efecto, cosa que en muchos no surtía tal efecto.
Cuanta razón tienes en cuanto a los “manolos”, esa calabaza fantasmal que se vaciaba y se le tallaban unos dientes largos y afilados. Era la mejor fiesta que pasábamos en casa con los pequeños, se apagaban las luces y el que la portaba se colocaba una sabana blanca encima. Lo que menos producíamos era miedo, más bien una juerga llena de algarabía. Y de eso ya han pasado unos cuantos años. No se sabía nada del tal Hallowenn, y su negocio urbanita.
Saludos.
