Hubo una época en la que todas las casas, sobre todo en verano, colgaban en sus puertas de entrada unas cortinas de listones que, unas veces de plástico y otras de latón o níquel (por la ligereza de su peso) dejaba o pretendía obstruir la visita de las moscas. Nosotros teníamos de plástico y alambre (unos canutillos encadenados que recorrían con alternancia de colores el listón de guía). Aún recuerdo el delicado sonido que producían unos listones con otros...