BARBADILLO: LOS OCHENTA Y LA MOVIDA...

LOS OCHENTA Y LA MOVIDA

La década de los ochenta nos trae la gran movida que zarandea los cimientos de la rigidez de valores por los que nos habíamos regido en nuestra sociedad rural. Se da un cambio de alternancia política en el gobierno y también en nuestro consistorio. La llegada de la apertura, el divorcio, pérdida del poder de la iglesia, legalización del aborto, etc. Todo un panorama nuevo donde los más jóvenes comenzaban a desenvolverse a sus anchas, como el ir la chica a vivir con el novio sin estar casados y un sinfín de cosas que desconcertaba a los mayores pero que para salir del paso ante las habladurías se acuñó el término “hace su vida”.
En esta década la mujer toma carrera y poco a poco va ganando una serie de peldaños alcanzando e incluso superando al varón en muchas conquistas sociales. Su acceso al mercado laboral y su preparación universitaria la libera de la subyugación al varón tomando las riendas de su propio destino.
La crisis de UCD con el revés en las elecciones autonómicas de 1.980 y los golpes desestabilizadores del terrorismos de ETA y el GRAPO hacen que en enero de 1.981 Adolfo Suarez dimita, siendo investido presidente, a los dos días del golpe de estado del 23 F, Calvo Sotelo que al año siguiente disuelve las cortes y convoca elecciones generales. Con el triunfo socialista del 28 de octubre del 82 comenzamos el “cambio”. Felipe González quiere dinamizar y hacer competitiva una industria obsoleta y superprotegida por el Estado llevando a cabo una dura reconversión industrial con gran aumento del paro.
Se lleva a cabo la expropiación del Holding de la abeja, RUMASA y se nos convoca a un referéndum sobre la OTAN. El 12 de junio de 1.985 España suscribe la entrada en la CEE. Esta entrada puede que fuese beneficiosa para determinados sectores industriales pero nuestro campo no fue nada favorecido por la mala gestión que se hizo al negociar los cupos agrarios, lácteos y ganaderos, siendo Francia y otros países del norte los más beneficiados.
La población castellano-leonesa va reduciéndose en beneficio de la zona costera que ve aumentado su potencial humano en detrimento de nuestra tierra. El vaciamiento de gente joven hace que en nuestros pueblos vaya quedando una población agraria cada vez más envejecida acompañada tan solo por un aumento de jubilados y pensionistas. Este vaciamiento contrasta con la pletórica demografía de las zonas del litoral. Una es la España industrial, la otra sigue abandonada a su suerte por una sucesión de gobiernos que ha dado la espalda a una tierra cuyo potencial humano fue soporte de ella durante siglos. Vaciar nuestros campos será cualquier cosa menos justicia social.

Años 80. I. Rober