BARBADILLO: Estos acontecimientos te erigían en protagonista ante...

Estos acontecimientos te erigían en protagonista ante toda la familia y a partir de ahora tenías que ser bueno y no mentir. De repente te rifaban todas las papeletas para ir al cielo o al infierno. Yo, por si acaso, me había metido monaguillo y uno de los primeros oficios que practiqué fue acompañar a D. José en el entierro de D. Pepe, médico titular de Barbadillo. Los alrededores de la casa estaban plagados de gentes del pueblo y otras venidas de todo el vecindario. A medida que nos acercábamos aquello se asemejaba al paso del mar Rojo por los israelitas, las gentes dejaban una hilera para que pasásemos cerrándose de nuevo a nuestras espaldas. El acompañamiento del féretro era toda una larga marcha desde el pueblo al cementerio.
En ese verano el ayuntamiento censa 175 ganados sujeto a requisa militar (caballos, mulas, asnos y bueyes) y un total de 92 carruajes de tracción animal. Mi tío Manolo tenía un macho blanco-plateado, manso, con más conocimiento que nosotros por aquella época pues jugábamos metiéndonos por debajo de su barriga y nunca nos hizo daño. El grupo perruno también era numeroso, setenta y tres canes fueron vacunados. Como vecino teníamos un pastor alemán llamado Tony que aparte de consentirnos muchas diabluras parecía estar encargado de cuidarnos.
El día que cumplo ocho años (18 de nov), la radio que mi padre había traído de Alemania daba la noticia de la muerte de un niño llamado Toñín que fallecía en la espalda de su padre en uno de esos pueblos de montaña de Burgos. Era de mi misma edad. El padre de Toñín tenía un pequeño establo alejado apenas unos cientos de metros del pueblo. Para llegar al mismo tenía que cruzar un pequeño riachuelo. El poblado carecía de luz, el invierno se mostraba en toda su crudeza y había nevado con lo que las vacas las tenía recogidas en el establo y decidió ir a ordeñarlas y echarle de comer, era cerca del anochecer. El niño quiso unirse a su padre y éste acaba llevándolo. Al pasar por el pequeño puente, el padre se da cuenta que el arroyo viene crecido y la nieve dificulta el camino con los copos que siguen cayendo. Mientras ordeña y atiende el ganado se hace noche cerrada y les sorprende una gran ventisca al regreso que apenas hace nada visible a su alrededor. Ayudado por un simple farol y azotado por el fuerte viento no es capaz de distinguir el camino de regreso al haber borrado la nieve todo vestigio del mismo. Se despista y no da con el puente y una vez tras otra choca con el arroyo. El frío es intenso y lleva cargado a su espalda al niño que se aferra a él tiritando. Tras cruzar varias veces el riachuelo y no encontrar el pequeño poblado decide regresar sobre sus pasos y refugiarse en el establo, pero la ventisca no da tregua, su hijo ya no responde a sus palabras, cuando logra encontrar el establo, Toñín ya ha muerto….
Años 60-III