LOS PADRES NO TIENEN HIMNOS
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Los padres no tienen himnos… pero sostienen el mundo en silencio.
Tu papá quizá no fue de palabras dulces,
pero gritaba su amor en cada gesto sencillo:
— En el café que se quedaba frío por salir temprano a trabajar.
En el silencio que guardaba cuando estaba cansado, para no preocuparte.
En las grietas de sus manos, que contaban historias de esfuerzo sin aplausos.
Un padre es como un árbol fuerte con las raíces al aire.
Siente el frío, la presión, el cansancio…
pero nunca deja de dar sombra,
nunca deja de sostener.
Quizás no fue perfecto.
Hubo días de palabras duras, de distancia, de errores.
Pero si miras con el corazón,
te darás cuenta que hasta en sus fallas,
había amor…
a su manera.
Si aún lo tienes cerca:
Tómalo de la mano, abrázalo sin motivo,
dile “gracias” aunque creas que ya lo sabe.
Los padres guardan esas palabras como tesoros escondidos en el alma.
Y si ya partió…
Busca su presencia en los detalles:
en esa vieja herramienta que no tiras,
en el olor a tierra mojada,
en tus propios gestos que, sin darte cuenta, se parecen a los suyos.
Porque un padre no muere del todo.
Vive en ti.
En tu fuerza.
En tu capacidad de amar sin hacer ruido.
El amor de un padre no siempre se nota…
pero sin él, muchas veces, no sabríamos cómo sostenernos.
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Los padres no tienen himnos… pero sostienen el mundo en silencio.
Tu papá quizá no fue de palabras dulces,
pero gritaba su amor en cada gesto sencillo:
— En el café que se quedaba frío por salir temprano a trabajar.
En el silencio que guardaba cuando estaba cansado, para no preocuparte.
En las grietas de sus manos, que contaban historias de esfuerzo sin aplausos.
Un padre es como un árbol fuerte con las raíces al aire.
Siente el frío, la presión, el cansancio…
pero nunca deja de dar sombra,
nunca deja de sostener.
Quizás no fue perfecto.
Hubo días de palabras duras, de distancia, de errores.
Pero si miras con el corazón,
te darás cuenta que hasta en sus fallas,
había amor…
a su manera.
Si aún lo tienes cerca:
Tómalo de la mano, abrázalo sin motivo,
dile “gracias” aunque creas que ya lo sabe.
Los padres guardan esas palabras como tesoros escondidos en el alma.
Y si ya partió…
Busca su presencia en los detalles:
en esa vieja herramienta que no tiras,
en el olor a tierra mojada,
en tus propios gestos que, sin darte cuenta, se parecen a los suyos.
Porque un padre no muere del todo.
Vive en ti.
En tu fuerza.
En tu capacidad de amar sin hacer ruido.
El amor de un padre no siempre se nota…
pero sin él, muchas veces, no sabríamos cómo sostenernos.