Nuestra economía enormemente productiva pide que hagamos del consumo nuestra forma de vida, que convirtamos en rituales la compra y el uso de bienes, que busquemos nuestra satisfacción espiritual, nuestra satisfacción del ego, en el consumo. La medida de estatus social, de aceptación social, de prestigio, se encontrará ahora en nuestros patrones de consumo. El mismo significado de nuestras vidas hoy es expresado en términos de consumo. Cuanto mayores sean las presiones sobre el individuo para que se conforme a los estándares sociales seguros y aceptados, más tenderá a expresar sus aspiraciones y su individualidad en términos de lo que viste, conduce, come —su casa, su coche, sus patrones alimentarios, sus aficiones.
Estas comodidades deben ser ofrecidas al consumidor con una urgencia creciente. Requerimos no sólo consumo "forzado", sino también consumo "caro". Necesitamos que las cosas se consuman, se quemen, se reemplacen y se descarten a un ritmo cada vez mayor. Necesitamos que la gente coma, beba, vista, conduzca, viva, con un consumo cada vez más complicado y, por tanto, más caro.
VICTOR LEBOW (economista 1955
Estas comodidades deben ser ofrecidas al consumidor con una urgencia creciente. Requerimos no sólo consumo "forzado", sino también consumo "caro". Necesitamos que las cosas se consuman, se quemen, se reemplacen y se descarten a un ritmo cada vez mayor. Necesitamos que la gente coma, beba, vista, conduzca, viva, con un consumo cada vez más complicado y, por tanto, más caro.
VICTOR LEBOW (economista 1955