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San Jorde, una historia en ruinas que espera manos amigas.
Desde el pequeño alto llamada Altoalbilla se puede disfrutar de hermosas vistas de la tierra palentina, como la que aquí se recoge con la montaña palentina de fondo.
Una foto curiosa para una bella torre.
Corre, corre, que te pillan.
Siempre estuvo bien sacarse una foto para el recuerdo. Y estilo no faltaba.
Eran tiempo de trabajo duro, pero no faltaban momento para la fiesta.
El raposo simboliza el gentilicio de este pueblo. Nada es menos cierto que la gente de este pueblo y quienes con frecuencioa la visitamos, seamos lo que por raposo se entiende en esa comarca.Todo lo contrario, la gente es acogedora, abierta y tremendamente sencilla. Así es como podemos decir que es el pueblo mas visitado por sus colindantes.
En la cosas sencillas está muchas veces la belleza.
Arturo que majo que estas.
El caserío parece descansar como un rebaño mientras la torre vigila el entorno.
Al fondo, el alto de San Cristobal. En medio, los chopos a la vera del cauce del río Burejo. Delante, grandes fincas, sembradas unas, de barbecho, otras. Es la sinfonía del campo ojedano, mimado por los labradores. Ellos son los artistas.
Las viejas chopas resisten al tiempo, a pesar de sus heridas. Son dos hermanas sentadas entre el río y el pueblo.
Peña Pico es un mirador precioso de toda la Ojeda. En la cima existe un servicio de observación para controlar los incendios. Es una paseo obligado para todo el que quiera conocer esta tierra.
Flores de espino para enmarcar la vega con las montañas de fondo.
Bonito techo con sus adornos para una sacristía recién pintada. La foto se sacó casi sin luz. De todas formas, se puede disfrutar de sus formas y colores.