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¿No se podría poner una cubierta sencilla que mantenga lo que todavía existe?
Ni que hubieran lanzado un obús. Es otra guerra, la del abandono y la desidia de unas autoridades palentinas que presumen del románico, al mismo tiempo que permiten que una iglesia románica desaparezca.
La iglesia románica resiste en su desgracia en medio del verde campo. Su esperanza está en la firme espadaña que clama al cielo, mientras avisa a los humanos su ruina. ¿Cuándo llegará la respuesta?
Cuando el calor aprieta, la canícula que todo lo envuelve, da un tono y sabor diferentes al campo y a las montañas, mientras los pinos parecen dormitar. es la hora de la siesta.
Las "portoneras" no dejan de ser un lugar de encuentro, también para echar una partida de cartas. Y, por lo que se ve, el juego está animado.
Es la hora de la misa. Las campanas tocan "a entrar". De todas la calles confluyen personas de todas las edades hacia la iglesia. Para muchos del pueblo es una imagen más grabada en nuestros recuerdos.
Desde las casas se pueden ver bellas vistas, que pocas veces disfrutamos. Desde el patio interior de una de ellas se puede disfrutar de esta panorámica con el "molino" y Peña Amaya en el centro.
Un recuerdo más para la historia. Mientras el molino trabaja, las vacas con el carro esperan. Y molinero y labrador tienen tiempo para posar ante el fotógrafo.
Es la trasera del molino. ¿De cuándo es esta foto?
Vista del molino desde el pueblo.
Disfrutando del campo con la cámara de fotos como testigo.
Una vieja foto de un rincón úncio: el molino. En aquella época todavía funcionaba. Y para los pequeños no dejaba de ser una pequeña aventura ir con el carro cargado de trigo para volver a casa con la harina en sacos blanquecinos. Era el milagro del molino.
La concentración es máxima. Una partida de cartas es siempre una tarea seria. Hay que pensar, hay que observar, hay que decidir. ¿Quién ganará?
Un paseo a "los pinos", siempre resulta un placer para compartir con los amigos y descubrir nuevos rincones del campo de La Vid.
Siguiendo la ruta, nos aproximaremos a La Vid de Ojeda, cuyo caserío se ubica a 874 metros de altitud, en la amplia y lozana vega del río Burejo. El lugar, está poblado por ciento sesenta y cuatro habitantes; y en su sobria iglesia de la Asunción, merece destacarse las nobles tallas de su calvario gótico (s.XVI) y los dos retablos que la adornan, destacando el mayor sin dorar.
Debajo del coro, podremos ver la pila bautismal, que es románica, decorada con florones, cruces y estrellas. En la fachada ... (ver texto completo)