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MANTINOS: Rebajas y destrucción...

Rebajas y destrucción

(Publicado en la edición impresa de EL NORTE DE CASTILLA el 8 de enero del 2009)

Tenía intención de comenzar mis columnas del 2009 hablando de las rebajas. Sí, ya sé que es un tema muy socorrido. Pero es que este año las rebajas tenían un añadido ‘interesante’. Las rebajas comenzaron en diciembre y no precisamente para estimular el consumo, sino para poner un grano de arena en el cada vez más ancho desierto que nos rodea. La noticia no por esperada era menos descorazonadora. Caja Duero y Caja España reducían a la mitad sus aportaciones a la programación del Teatro Calderón y salían por tanto de su patronato. Desde que la crisis se convirtió en el estribillo de nuestras vidas, al mundo de la cultura se le erizaron los cabellos y se le tensó la espalda. Decisiones como las adoptadas por nuestras dos señaladas entidades de ahorro se esperaban en más ámbitos. Películas, libros, montajes teatrales, exposiciones y conciertos empezaban a oler a papel mojado. La cultura en épocas de crisis pasa de ser ese asunto banal y glamouroso en que algunos quieren convertirla a ser considerada de pronto un asunto superficial. Un lujo a posponer para cuando vengan tiempos mejores. Quería hablar de esto en mi primera columna del año. Ponerme la piel de la aparente ingenuidad para decir que la cultura es el alimento de nuestra vida. Un artículo de primera necesidad que nos hace más libres y mejores personas. Que estimular el pensamiento es estimular la vida. Que la cultura combate la zafiedad y la vulgaridad. Incluso –y sobre todo– la vulgaridad que algunos se empeñan en llamar cultura. No sé cuántas cosas por el estilo tenía pensado decir, seguramente repitiéndome a mí misma sin atender a los propósitos del año nuevo. Quería decir esto pero no puedo concentrarme porque la mente y el corazón se me van una y otra vez a Gaza. Porque ha vuelto a ocurrir, pero todavía es peor. El pueblo palestino ha pasado de sufrir el bloqueo y el olvido habituales a caer bajo las bombas y la destrucción de las máquinas de guerra. Víctima también de sus dirigentes empeñados en provocar metiendo un palo en el ojo del gigante militar. La desmesurada respuesta del ejército israelí a los cohetes de Hamás ha provocado estos días muchos comunicados de indignación, y llamadas al alto el fuego. Mientras escribo esta columna doce días después, muchos centenares de civiles muertos después y una situación cada vez más desesperada han conseguido un pasillo ‘humanitario’ de tres horas al día y una ‘postura favorable’ del Consejo de Seguridad de la ONU a la propuesta de Egipto y Francia para promover un alto el fuego. Siento sonrojo cuando oigo las noticias acerca de las conversaciones que se llevan a cabo en este organismo, que se muestra tan fructífero como esas conferencias sobre el cambio climático que dan lugar a bonitas e inútiles declaraciones pergeñadas en hoteles de lujo. Mientras, el planeta tose, pero en Gaza la gente simplemente muere. Aquí no hay palabras que paren las bombas ni cultura que evite la muerte.

Feliz año nuevo.