“Las
calles, la
plaza y los
edificios no hacían el
pueblo, ni tan siquiera le daban fisonomía. A un pueblo lo hacían sus hombres y su
historia. Y Daniel, el Mochuelo, sabía que por aquellas calles cubiertas de pastosas boñigas y por las
casas que las flanqueaban, pasaron hombres honorables, que hoy eran
sombras, pero que dieron al pueblo y al
valle un sentido, una armonía, unas
costumbres, un ritmo, un modo propio y peculiar de vivir” M. Delibes, El
camino
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