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HERRERA DE PISUERGA: Gonzalo, bella poesía. Gracias a Florencio Quintero...

Se de vuestra gran devoción a la Virgen de la Piedad. Yo se la profeso a la Virgen del Carmen, es igual nuestra Madre es, aunque se las cambie el nombre. Quiero dedicaros este poema de un autor sevillano, FLORENCIO QUINTERO, que por los años 1950 creo juegos florales en citada ciudad. No esta al completo. He elegido lo que a mi parecer es mas significativo. Con todo mi afecto al la Ciudad de Herrera.

¡A mi Piedad en la tarde!
Cómo la piropeaban
los que miraban la pena
de su carita aniñada!

Cuando a Piedad hay que verla;
a Piedad no hay que mirarla.

Podrán mirarla a los ojos,
y podrán mirar su cara.
Podrán mirar sus mejillas,
y podrán mirar sus lágrimas.
Podrán mirarle los labios;
podrán mirar sus pestañas;
podrán mirarle su pelo;
podrán mirar su garganta
y podrán mirar su frente
que es más bonita que el alba
a la Piedad hay que verla
con los ojitos del alma.

Y decían que sus manos
eran luz de nieve clara;
que eran blancas azucenas;
que eran puras rosas blancas;
que eran flores de azahar;
jacintos de la mañana;
que eran gotas de rocío...
de transparentes y castas,
limpias como el mediodía
y cristalinas fontanas...
Cuando sus dos manos son
dos rosas ensangrentadas.

Si no, no fuera Piedad,
y no fuera flor amarga.
La sangre de Cristo está
en sus manos congelada.
Son dos palomas heridas;
son violetas desmayadas;
y serán dos azucenas...
pero azucenas truncadas;
son dos florens de jacinto,
de tan doloridas, pálidas;
son dos flores con color
de una corona espinada,
y con un dolor de hierro
de Santas manos clavadas.

¿Cómo miraban tus ojos,
cómo miraban tu cara,
y no te veían las manos
en sangre y llanto empapadas?

Y quien tus manos no vea...
de Piedad no sabe nada,
porque tus dos manos tienen
quejidos de madrugada

Gonzalo, bella poesía. Gracias a Florencio Quintero por escribirla, y a tí por transcribirla.
Un saludo.