EL COCHE DE MANOLO
Recordais, yo sì, el olor del "coche de Manolo"
Ese olor me acompaña, cada vez menos, cuando subo a algùn vehìculo que tenga los asientos de cuero.
Què maravilla. Que ilusiòn llegar a Herrera. A la estaciòn del ferrocarril. A una hora temprana (creo serìan las 5 o las 6 de la mañana) y encontrarse al bajar del tren, al salir del andèn "el coche de Manolo" para subir a Herrera y dejarnos en la Placilla, que vulgar mente denominàbamos "la placilla del coche".
Que frio a esas horas, sentados en aquellos ajados asientos de cuero. Que olor a gasoil y como se movìa la palanca del cambio de velocidades.
El equipaje, por la escalerilla situada en la parte trasera del "coche", situado en la baca.
Y con suerte, aquel vehìculo se ponìa en marcha, con el botòn de arranque o cuando no lo hacìa, con la manivela, desde fuera y poco a poco, llegàbamos a nuestro destino: La Placilla del coche.
Por fìn estaba en mì pueblo. Habìa llegado a Herrera.
Recordais, yo sì, el olor del "coche de Manolo"
Ese olor me acompaña, cada vez menos, cuando subo a algùn vehìculo que tenga los asientos de cuero.
Què maravilla. Que ilusiòn llegar a Herrera. A la estaciòn del ferrocarril. A una hora temprana (creo serìan las 5 o las 6 de la mañana) y encontrarse al bajar del tren, al salir del andèn "el coche de Manolo" para subir a Herrera y dejarnos en la Placilla, que vulgar mente denominàbamos "la placilla del coche".
Que frio a esas horas, sentados en aquellos ajados asientos de cuero. Que olor a gasoil y como se movìa la palanca del cambio de velocidades.
El equipaje, por la escalerilla situada en la parte trasera del "coche", situado en la baca.
Y con suerte, aquel vehìculo se ponìa en marcha, con el botòn de arranque o cuando no lo hacìa, con la manivela, desde fuera y poco a poco, llegàbamos a nuestro destino: La Placilla del coche.
Por fìn estaba en mì pueblo. Habìa llegado a Herrera.