Estas son las que me despertaban a las seis y media de la mañana ó siete, (no se, exactamente). Entre ellas balando y los perros ladrando y mi
amigo el pastor arreandolas, pues, ya os podéis imaginar... No había día que no despertara.
Pero, eso... Es encantador, sobre todo a los que vivimos en la ciudad y hacemos el cambio de vez en cuando.
J.
(amigo M., a ver cuando nos vemos en el
bar de los
arcos y nos tomamos unas cervecillas. Si, ese que queda en la
calle del
ayuntamiento).