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CANTORAL: SATURNINO IBAÑEZ DE LA ERA:...

EL ROBLE UN ARBOL EMBLEMATICO.
Muchos árboles han llegado a adquirir notoriedad universal.
Lo dice el poeta: "Cada comarca en la tierra tiene un rango predominante.
En Brasil, su sol ardiente; sus minas de plata en el Perúa; el cerro de
Montevideo, y en Buenos Aires, patria hermosa la gran pampa tiene el
Ombú.
Champeaux y Sterckx rescatan un último símbolo lleno de poesía y de fértiles
sugerencias: el árbol, tan ligado a los himnos litúrgicos a la Cruz de la
Redención.
El árbol es, a un mismo tiempo, el misterio de la verticalización, del
prodigioso crecimiento hacia el cielo, de la perpetua generación, representa,
no sólo la expansión de la vida, sino, también, la constante victoria sobre
la muerte, es la expresión perfecta del kisterio de vidsa que es la realidad
sacral del cosmos.
El árbol es un eje vertical en torno al que se aprietan y desde el cual
se extienden las raíces y ramas; es la imagen del mundo, en expansión,
en concentración y en ascensión.
Entre estos árboles son dignos de recordar:
Los Olivos del Huerto de Getsemaní, donde Jesús se retiró a orar, apùrando
allí la copa de la amargura. Todavia existen descendientes de estos olivos.
El árbol de la noche triste, ceiba cerca de Tacuba, la antigua Tlacopan.
Méjico, dio abrigo a Hernán Cortés después de ser vencido por los mejicanos,
rebelados contra Alvarado.
A esta ceiba, bajo la cual según la leyenda, lloró el conquistador español
(1 de junio de 1520), se le atribuyen 6000 años de existencia.
Hace algunos años y en vista del mal estado del árbol, fue consultada
una comisión internacional de botánica, decidiéndose la apertura de
zanjas para aumentar la humedad necesaria al crecimiento del árbol:
como medida de precaución, se ha plantado otro ejemplar para sustituir
al primero en caso de muerte.
El laurel de Virgilio, plantado por el Petrarca en la sepultura del poeta
mantuano. Fue derribado durante las guerras de principio del siglo XIX y
sustituido por otro,, por Casimiro Delavigne.
El laurel de la Zubia, cerca de Granada, entre cuyas ramas se guareció Isabel
La Católica, burlando la persecución de los moros granadinos.
El castaño del Etna, el árbol mayor del mundo antes de desgajarse
por su pesadumbre. Se cuenta que sorprendída la reina Juana de Aragón
por una tempestad se guareció en unión de 100 jinetes de su escolta debajo
de este castaño, que desde entonces se llamao de los cien caballos.
La ceiba histórica del Almirante Crisóbal Colón, en la cual se
amarraron los primeros buques españoles que descubrieron tierra americana,
en su entrada en el río Ozama.
El árbol de Pope, haya muy respetada en Inglaterra, porque al pie de ella
compuso Pope su Oda a la Soledad, a los doce años.
En pino de las tres ramas, cerca de Berga, Cataluña, árbol tradicional en
la historia del antiguo Reino de Aragón, a cuyasombra durmió, siendo niño el
rey Jaime I El Conquistador, y fue testigo de heroicas proezas en el transcurso
de los siglos.
El sauce de Santa Elena. Estando en HutGat, dijo un día Napoleón I, mirando
al Valle de Geranioón: Si muero en estas rocas, que se entierre bajo estos
sauces. La voluntad del Capìtán fue cumplida el 8 de mayo de 1821.
EL ROBLE DE LA CAÑADA.
El roble de La Cañada. Nadie sabe, en el centro de la Cañada, su semilla
allí plantó. Cuentan los más ancianos del pueblo de Cantoral de la Peña que
tiene más de trescientos años. Ahí está, solitario. Sus ramas son de embergadura
descomunal. Nunca ha sido abatido por la furia de los huracanes. El rayo le
respeta. A su sombra se cobijó la cabaña en la canícula del estío. Aqui rezaba
el pastor sus avemarías antes de subir la empinada peña.
Pero tú, cacra encina del celta, y tú, roble de ramas añosas,
cantados ppor la poetisa, sois más bellos con vuestro follaje
que si mayo las cumbres festona, salpicada de fresco rocío, donde
quiebra sus rayos la aurora, y convierte los sotos profundos.
Más tarde en otoño, cuando caen marchitas tus hojas, ¡oh, roble!, y con ellas,
generosos los musgos alfombras, ¡qué hermoso está el campo!; la selva, ¡que hermosa!
Torna roble, árbol patrio, a dar sombra cariñosa a la esxcuesta montaña donde un tiempo
fuiste señor de las cumbres. Que bello apareces, ¡oh roble!, de este suelo en las cumbres
gallardas y en las suaves y graciosas pendientes donde umbrosas se extienden sus ramas....
No dejes de poblar nuestros bosques y que tornen contigo las hadas que algún tiempo a tu
sombra tejieron del heroe aguerrido ornando las frescas guirnaldas.
Aléjese el hacha implacable. ¡oh roble!, entonen en tus ramas, los pájaros,
canciones de años, cuándo mayo alborea en su fronda. El viento al pasar traiga
el eco, del cuervo que grazna, del lobo que aulla.
Árbol duro y altivo, que gustas de escuchar el rumor de las aguas y gemir con
la brisa nemorosa.
¡Yo te amo!, y mi vista reposa con placer en los tibios reflejos, que tu
copa gfallarda iluminan, cuando audaz se destaca en el cielo de Cantoral.

SATURNINO IBAÑEZ DE LA ERA:
Lo siento tener que decirte esto: Este mensaje que escribes hoy en este foro, me parece un tocho para leerlo y un rollo macabeo que nada tiene que ver con el pueblo de Cantoral y sus gentes.