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Historia, BOEDO

Boedo de Castrejón: El Renacer de un Pueblo Olvidado
Boedo de Castrejón, una pequeña localidad del municipio de Castrejón de la Peña, en la provincia de Palencia, ha sido testigo de un lento pero significativo resurgimiento tras décadas de abandono. Su historia es un reflejo de la despoblación rural en España, pero también de la perseverancia de aquellos que se niegan a dejarlo desaparecer.

Un Pasado de Despoblación y Olvido
Boedo dejó de ser Junta Vecinal en 1972, cuando el Consejo de Ministros de España decretó su disolución debido a la falta de habitantes. Según el BOE del 28 de junio de 1972, el ayuntamiento de Castrejón solicitó esta medida debido a que solo quedaban tres residentes, lo que llevó a la absorción administrativa del pueblo. Desde entonces, Boedo dejó de tener identidad propia y pasó a depender completamente de Castrejón de la Peña.

Históricamente, Boedo tuvo una población reducida. A mediados del siglo XIX, el Diccionario de Madoz menciona que contaba con tres familias y 27 habitantes. Sin embargo, en la década de 1970, el éxodo rural acabó con los últimos pobladores. Entre ellos, Dionisio Pérez Cosgaya (Nisio) y Trinidad Fernández Fernández, quienes emigraron a Castrejón junto con su hijo José Antonio, el último niño nacido en Boedo.

El proceso de despoblación de Boedo se remonta aún más atrás. En el Censo de 1857, la localidad de Buedo dejó de existir administrativamente, y su territorio pasó a integrarse en Castrejón de la Peña, adoptando el nombre de Boedo de Castrejón. Desde entonces, su población fue disminuyendo progresivamente hasta quedar completamente vacía a principios de la década de 1970.

Además, Boedo estuvo marcado por las dificultades medioambientales y económicas. Se menciona en los cartularios de la Abadía de Lebanza como "Bodo" o "Buedo", y en el siglo XIX era un lugar castigado por frecuentes inundaciones debido a las crecidas del río. No en vano, Madoz lo denominó “río de la plata”, en alusión al dinero gastado en pleitos entre los pueblos ribereños por el derecho al uso de sus aguas.

La Lucha por la Luz: Un Problema Eterno
Uno de los mayores símbolos del abandono de Boedo fue la falta de suministro eléctrico, un problema que se prolongó durante décadas. Hasta 2011, era el único pueblo habitado de Palencia sin luz eléctrica. En varias ocasiones, los alcaldes de Castrejón intentaron obtener subvenciones para llevar la electricidad desde el pueblo más cercano, pero sin éxito.

En diciembre de 2010, se firmó un convenio de colaboración entre el Instituto para la Reestructuración de la Minería del Carbón y la Junta de Castilla y León, dentro del Plan Nacional de Reserva Estratégica del Carbón 2006-2012. Gracias a este acuerdo, en 2011, la Junta aprobó una subvención de 100.000 euros para dotar de luz eléctrica a Boedo de Castrejón. Sin embargo, la inversión nunca llegó a materializarse y las instalaciones fotovoltaicas quedaron en desuso.

A finales de 2015, Boedo seguía siendo probablemente el único pueblo de Palencia sin luz eléctrica. Los dos habitantes censados dependían de generadores para poder tener algo de electricidad, lo que dificultaba la posibilidad de atraer nuevos residentes o emprender cualquier proyecto de revitalización.

El Esfuerzo de un Vecino para Traer la Luz
Cansado de la inacción institucional, Eduardo Soriano, uno de los pocos residentes del pueblo, decidió tomar cartas en el asunto. En 2021, invirtió 20.000 euros de su propio bolsillo en la instalación de placas solares y aerogeneradores, asegurando el primer suministro eléctrico estable en Boedo en 50 años.

A pesar de este esfuerzo personal, Eduardo Soriano se muestra escéptico sobre el futuro del pueblo, aunque sigue trabajando para mejorarlo. Sin su inversión, Boedo sería hoy un pueblo completamente fantasma.

Un Futuro con Esperanza
A pesar de los desafíos, Boedo ha comenzado un lento proceso de repoblación. Recientemente, una familia vallisoletana adquirió dos viviendas y las restauró, estableciéndose en el pueblo de forma habitual y empadronándose en Castrejón.

El Ayuntamiento ha manifestado su interés en revitalizar la localidad con iniciativas como la instalación de energías renovables, la mejora de infraestructuras, el desarrollo de rutas senderistas y espacios recreativos, e incluso la creación de una piscina natural en el cercano pantano de Pisón de Castrejón.

Sin embargo, Boedo sigue enfrentándose a problemas administrativos. Al no ser una entidad local menor, no tiene NIF ni capacidad de autogestión, lo que dificulta la recepción de ayudas directas. Algunas voces han planteado la posibilidad de recuperar la figura de la Junta Vecinal, lo que permitiría al pueblo acceder a recursos y gestionar su propio desarrollo.

Conclusión
Boedo de Castrejón es un símbolo de resistencia frente a la despoblación rural. Dejó de existir como pueblo en 1972, pero su historia no terminó ahí. Sus pocos habitantes han demostrado que es posible revivirlo, aunque aún quedan muchos retos por delante.

La llegada de nuevos residentes, la inversión en infraestructuras y la búsqueda de soluciones energéticas son pasos clave para su recuperación. Pero, sobre todo, Boedo necesita el apoyo de las administraciones y la voluntad política para garantizar su viabilidad a largo plazo.

Aunque el futuro sigue siendo incierto, Boedo ha dado un primer paso hacia la recuperación. De ser un pueblo condenado al olvido, ha pasado a convertirse en un ejemplo de resiliencia y lucha por la supervivencia rural.