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AGUILAR DE CAMPOO: ... Y, mira si es ancestral esta celebración semanal,...

... Y, mira si es ancestral esta celebración semanal, (tambien hay mercados, pero eso es otra cosa) que ha llegado a mis manos esta información y, la dejo aquí para los/as que como de costumbre tengan interés y sientan cierta curiosodad.

En Aguilar hay, siempre ha habido, grandes artesanos. Como en Salinas sigue "Lombraña", en Liebana está Juan Antonio Cires.

-----------------------------E l último albarquero de Liébana.-------------------

Juan Antonio Cires vendió su primer par de albarcas en 1950 y por él recibió cinco duros

Juan Antonio Cires es uno de los últimos representantes de un oficio en vías de extinción: el de albarquero. Nacido en el pueblo de Lamedo (Cabezón de Liébana), una localidad que siempre ha tenido fama por las albarcas que hacían sus vecinos, Cires continua haciéndolas tal y como aprendió cuando era solo un chaval.
Nacido en 1931 en Lamedo, Juan Antonio recuerda que «éramos seis hermanos en casa y yo desde los tres años hasta que me casé, fui a vivir a casa de unos tíos. Mi padre, Pablo Cires, era un gran maestro albarquero, y cuando hacía las albarcas, yo siempre estaba atento a todos los detalles para aprender». En aquella época, en Lamedo había 32 hogares abiertos y en todos ellos los vecinos hacían albarcas. Era una actividad que se realizaba durante todo el año. Según dice Juan Antonio, «las albarcas se bajaban a vender los lunes al mercado de Potes, y además, cada año había dos citas obligadas en la provincia de Palencia: la feria de San Miguel, en "AGUILAR DE CAMPOÓ", donde se llevaban en el carro hasta 500 pares de albarcas para vender, y la feria de San Martín, en Cervera de Pisuerga». Junto con las albarcas, también se llevaban a vender traviesas y barandillas y se traía harina, aceite o vino, productos necesarios para la subsistencia de los vecinos.
Los vecinos de Lamedo acudían al bosque de hayas que hay junto al pueblo para cortar la madera con la que trabajaban. Juan Antonio recuerda que «al monte se iba con hachu, azuela, barrenos y legras para hacer las albarcas y con la ayuda del tronzador se cortaba el tronco del haya. Había que esconderse de los guardas para poder cortar la madera. En una semana, a mi padre le cogieron dos veces, y tuvo que pagar una multa de 500 pesetas».

¿Quien no recuerda las albarcas?.