. Al pasar por el valle que fueron las eras de abajo me inundó un aroma, ya olvidado, de la hierba del valle con el rocío, el fresco del amanecer y la huella que los rebaños de ovejas habían dejado al pasar, ya oscuro, camino de las majadas; en mi cabeza, un torbellino de recuerdos y sensaciones, se agolparon con prisa y me enajenaron unos momentos. Allí, como en una película, me vi echando la parva, sin haber despertado del todo, salir a acarrear y el sonar de las ruedas de los carros con su llanta ... (ver texto completo)