Y estaba solo. Solo entre tanta gente, su gente, otra gente, la gente.
Y se entrenaba en los momentos duros, muy duros. Se acostumbraba a no esperar nada. Nada espera de casi nadie, pero hoy, hoy ha sido... hoy ha sido otro día más. Hoy ha llamado a una
puerta y se escuchó una voz que decía: si ya voy...
y esperó, y esperó, y esperó. Y nadie, nadie abrió la puerta.
Y no esperaba nada de nadie, pero estaba triste, muy triste...
Le faltaba entrenamiento, aunque los músculos del corazón ya se hayan
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