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ROSALES: En el pueblo de Rosales'!', al comienzo ...

En el pueblo de Rosales'!', al comienzo
del siglo XX, había mujeres que hacían
pantalones, camisas, faldas, vestidos, blusas...
como Laudina; otras hilaban con gran
perfección la lana, como Purifica, Salomé,
Estéfana, María la madre de Corsino... Las
demás mujeres a cambio de otras
prestaciones: guardar las cabras y ovejas en
los montes, escardar las huertas sembradas,
segar la hierba de un prado, un cesto de
patatas viejas, unas pesetas... les encargaban
que les hilasen los mejores vellones de la lana
de los carneros blancos. Y estas mujeres se
pasaban los filanderos'" del invierno con la
rueca'" y el fuso en la mano, y la llevaban
cuando pastoreaban en los prados las vacas o aprovechaban los momentos en los
cuales no tenían tareas domésticas que hacer en su casa.
y también en otras ocasiones las mujeres de Rosales llevaban los
vellones blancos a Astorga o pueblos de la Maragatería hay con ellos les hacían
en las fábricas de esta comarca unos buenos cobertores+" para ponerlo s en las
camas durante los fríos inviernos. Se reunían varia mujeres y preparaban el
viaje (45 km. ida y otros tantos de vuelta). La ida y el regreso duraba unos 2 ó
3 días. Al clarear el día cargaban sobre la albarda del burro la "lana y los
alimentos necesarios. Cruzaban la Salsa y por los caminos de carros,
atravesando montes y pueblos se dirigían a Astorga andando y, como mi
abuela Salomé me contó en alguna ocasión, calzadas con madreñas.
"Purifica hilaba muy bien", hacía un hilo muy fino y retorcido, con las
madejas que ella hilaba se confeccionaban luego calcetines, finos jerséis,
bufandas, pasamontañas y otras prendas muy necesarias para el invierno. Puedo
asegurar que estas humildes gentes eran auto suficientes y muy pocas veces
compraban prendas para vestir en los comercios de Riello.
Purifica, para hacer el hilo más finos y mejor retorcidos, se sentaba sobre
un taburete en el corredor de su casa, al lado de la barandilla de madera y para
conseguir una hilada más larga, ponía el huso colgando sobre la calle.
-Bueno, ya he terminado las labores y ahora mientras se cuecen los
garbanzos que he puesto sobre el fogón para comer hoy, voy a hilar un poco,
-piensa Purifica.
Sobre los azulejos blancos de la cocina había colocado Purifica un huevo
recién puesto por una gallina. Una gata hambrienta se sube a la repisa a ver si
pilla algo, es vieja y le cuesta cazar ratones. Pasa al lado del huevo y lo tira al
suelo, éste se rompe y se esparrama sobre las tablas de la cocina.
Purifica oye el ruido. Entra precipitadamente en la cocina y contempla el
huevo roto en el suelo.
-- ¡Esta gata es una sinvergüenza! Ya tengo ganas que la raposa te mate un
día en las linares de la Manguina. Me rompes el huevo que yo guardaba para darle
a mi hijo, él no me come la carne curada, -grita Purifica.
Llena, de rabia- e indignación, coge el huso, qué estaba sobre la mesa de la
cocina, y le tira a gata con él. Ésta huye por la puerta precipitadamente y el huso
se estrella contra las piedras de la pared y se rompe en varios trozos.
- ¡Ahora, otra desgracia más, pues no tengo otro huso! ¿Y con qué hilo yo
la lana, que me ha traído Aurora? Esta buena mujer la necesita para hacer un
jerséis para Cayo y otros para sus hijas Adoración y Florentina, -habla en voz
alta Purifica., '
-Lo intentaré con este mendrugo de pan duro. Lo tengo para ablandarlo y
echárselo hoya la gallinas, -añade Purifica.
Con la ayuda de un cuchillo deja el trozo de pan más o menos redondo. y,
prueba a ver si funciona. Y así ata el extremo del hilo al mendrugo y con la
mano derecha le hace girar.
-Bueno, no es muy apropiado, pero da vueltas. Me arreglaré hasta que
Honesto me haga otro huso, --comenta Purifica hablando sola.
y comienza la faena sobre la barandilla del corredor.
Un perro, con hambre de varios meses, y al que se le notan todas las
costillas y huesos del cuerpo, pasa por el cañaf'" de los Pradicos y ve el
mendrugo de pan delante de sus ojos colgado del hilo ¡La boca se le llena de
agua! Lo mira. Se acerca con miedo. Lo atrapa de un bocado, le da dos
mordiscos y con hilo y todo lo engulle en un santiamén. ¡Es tanta el hambre
canina que algunos perros del lugar padecen!

Purifica sujeta el hilo y el perro en el otro extremo tira para escapar.
Ambos están unos momentos porfiando. Una prueba de la resistencia de los
hilos hechos por Purifica.
- ¡Coiro! ¿Quién me agarra el hilo? -pregunta mi abuela. Ella espera una
respuesta, pero ésta no llega.
-Honesto está en el prado de los Huelmos, ha ido para cuidar las vacas
y cerrarlo. Las vacas de Valeriano de Folloso han entrado y nos han comido
parte del otoño?". Lidia fue a la Iglesia Vieja a reventar el pozo para regar el
prado ¿Habrá vuelto ya? Ella es como la misma pólvora, -piensa Purifica.
- ¡Hija, qué hoy no estoy para bromas! El reuma me ataca al brazo
izquierdo y no aguanto los dolores, --exclama Purifica con algo de enfado.
Al final el hilo de tanto tirar el perro hambriento y sostener Purifica, se
rompe. El can huye por el camino de la Canalina con un trozo de hilo colgando
de la boca.
- ¡Diantre! ¡Si es el perro de Valeriano! No me extraña ¡Éste animal pasa
tanta hambre! Siempre anda por las calles del pueblo a la que salta, '--Continúa
hablando sola Purifica.
- ¡Ah, reladrón! ¿Te gusta mi pan? Pues a mi no me sobra. -y le lanza
un jeijo?" que tenía colocado sobre unos viejos periódicos en la repisa de la
ventana, pero, con su mala puntería, éste llega al Pradico de Daniel. El perro
continúa por el sendero dando grandes arcadas para expulsar el hilo envuelto en
el trozo de pan, que le roe las entra~as.
... Cuando llegan sus hijos, Lidia y Honesto, a comer les cuenta lo sucedido.
Ellos se retuercen de risa sentados en el escaño de la cocina. Se miran el uno al
otro y otra vez les entra esa risa contagiosa... Al final también Purifica, viendo a
sus hijos, termina por reír un buen rato.
Pero el tema, no termina aquí. La hija, Lidia, se lo cuenta a Laudina, otra
chica de su edad con la que tenía mucha amistad. El suceso fue recorriendo el
pueblo de abajo a arriba. Las mozas se alegraron muchísimo, ya tenían otra
noticia para las coplillas de Nochebuena.
Fuente: Jose y Santiago Otero Diez