Hemos entrado en el Valle de la Libertad. Y se entra a él por frente al Otero de las Muelas, un castro que apenas se percibe desde la carretera, hacia la izquierda. Es un castro que fue habitáculo de una "gens" astúrida, un grupo de hombres y de mujeres que para avanzar con sus hijos y sus animales hacia tierras más benignas, luchando contra fieras, contra una naturaleza tremebunda y contra otros hombres y otras mujeres afines o extraños, más fuertes que ellos, tenían que "encastrarse" y pasar entre unos muros toscos, en unas viviendas elementales, años y años, tal vez renovándose las generaciones en el mismo lugar durante siglos. Juanín Uría (para sus condiscípulos de hace años siempre será llamado así don Juan Uría, catedrático de la Universidad de Oviedo, y el hombre que sabe más de estas cosas de España) ha explorado golosamente el Otero de las Muelas, probablemente asolado y luego utilizado por los romanos como puesto militar en el paso hacia la comarca del Bierzo, Eldorado del César