Esta mañana me levanté soñando
convertido en el malabarista de los besos
José Manuel Contreras
que guarda mi corazón
lancé uno hacia mi mano izquierda
lancé otro hacia mi mano derecha
y los dejé danzar
cruzando sus estelas en el aire
dibujando sueños que alcanzar.
Animado por sus piruetas
y por la libertad de sus juegos
me atreví a lanzar tres más
y después diez
y embriagado de felicidad
otros diez
y uno más
ahora entre risas bailan todos juntos
en imposibles figuras entre la tierra y el cielo.
¿Y por qué no lanzar otros cien
y otros mil
o dos mil…
y uno más?
Cuando perdí la cuenta de los besos
que solitarios danzaban entre mis manos
mientras la felicidad acompañaba mi sueño
decidí convocar al viento del sur
y al del norte
y al del este
y al del oeste también
para que hicieran llegar cada uno de esos besos
hasta el lugar en el que debieran ser recibidos.
Y cierto es que irán llegando
pues alguno ya alcanzó su destino
me lo susurró la tarde de invierno
mientras escribía estos versos.
convertido en el malabarista de los besos
José Manuel Contreras
que guarda mi corazón
lancé uno hacia mi mano izquierda
lancé otro hacia mi mano derecha
y los dejé danzar
cruzando sus estelas en el aire
dibujando sueños que alcanzar.
Animado por sus piruetas
y por la libertad de sus juegos
me atreví a lanzar tres más
y después diez
y embriagado de felicidad
otros diez
y uno más
ahora entre risas bailan todos juntos
en imposibles figuras entre la tierra y el cielo.
¿Y por qué no lanzar otros cien
y otros mil
o dos mil…
y uno más?
Cuando perdí la cuenta de los besos
que solitarios danzaban entre mis manos
mientras la felicidad acompañaba mi sueño
decidí convocar al viento del sur
y al del norte
y al del este
y al del oeste también
para que hicieran llegar cada uno de esos besos
hasta el lugar en el que debieran ser recibidos.
Y cierto es que irán llegando
pues alguno ya alcanzó su destino
me lo susurró la tarde de invierno
mientras escribía estos versos.