Cuánta felicidad procura
el reencuentro
cuando la distancia se antoja
eterna
entre dos abrazos
entre dos besos
o cuatro
o seis
o cientos y cientos
entre dos miradas cercanas
que se perciben en la ausencia.
Nos queda la palabra
a ambos lados de una línea telefónica
mediante una grabación
un mensaje escrito
una video llamada…
Pero ¿y el contacto?
¿Dónde está la piel con piel?
¿El sentir el latido acompasado
en un único impulso como si solo fuéramos uno?
Nada importa cómo amanecerá mañana
ni el cuándo de tu partida
hoy te he abrazado
te he besado
te he mirado a los ojos
y también a ella
que comienza a caminar
y en ella te encuentro
y en ella me encuentro
ramas de un mismo árbol
que la primavera regala
a este viento que ahora mece
un tiempo que vivimos
mañana…
mañana será otro día
Y siempre nos tendremos
José Manuel Contreras
el reencuentro
cuando la distancia se antoja
eterna
entre dos abrazos
entre dos besos
o cuatro
o seis
o cientos y cientos
entre dos miradas cercanas
que se perciben en la ausencia.
Nos queda la palabra
a ambos lados de una línea telefónica
mediante una grabación
un mensaje escrito
una video llamada…
Pero ¿y el contacto?
¿Dónde está la piel con piel?
¿El sentir el latido acompasado
en un único impulso como si solo fuéramos uno?
Nada importa cómo amanecerá mañana
ni el cuándo de tu partida
hoy te he abrazado
te he besado
te he mirado a los ojos
y también a ella
que comienza a caminar
y en ella te encuentro
y en ella me encuentro
ramas de un mismo árbol
que la primavera regala
a este viento que ahora mece
un tiempo que vivimos
mañana…
mañana será otro día
Y siempre nos tendremos
José Manuel Contreras