Se miró al espejo
y no se reconoció
no había pasado tanto tiempo
desde la última vez
que se reencontró
con aquel que hoy vagaba perdido
no recordaba nada
no recordaba porqué.
Ojos que ya no miran
vacíos, huecos, tristes, silenciosos…
tristes como una noche sin luna
huérfana de titilantes estrellas
huecos como la cueva vacía
abandonada por el viejo ermitaño
vacíos como el pozo que secó el verano
donde tan solo anida la ausencia
silenciosos como el espacio que hurta
el tañido de una campana
entre un sonido y el que le precedió.
Dónde se perdió su mirada
qué oscuridad decidió
sepultar esa luz
que brilló desde el primer instante
quién apagó su alma.
Sentado en ese vagón de Cercanías
entre tantos ojos
entre otras miradas
parece un fantasma
en busca de su ignorado destino
habitando un limbo que no le pertenece
caminando por donde nadie camina.
Yo conocí esos ojos
cuando miraban la vida
cuando soñaban la vida
reían a la vida…
sin embargo
ahora nada miran.
José Manuel Contreras
y no se reconoció
no había pasado tanto tiempo
desde la última vez
que se reencontró
con aquel que hoy vagaba perdido
no recordaba nada
no recordaba porqué.
Ojos que ya no miran
vacíos, huecos, tristes, silenciosos…
tristes como una noche sin luna
huérfana de titilantes estrellas
huecos como la cueva vacía
abandonada por el viejo ermitaño
vacíos como el pozo que secó el verano
donde tan solo anida la ausencia
silenciosos como el espacio que hurta
el tañido de una campana
entre un sonido y el que le precedió.
Dónde se perdió su mirada
qué oscuridad decidió
sepultar esa luz
que brilló desde el primer instante
quién apagó su alma.
Sentado en ese vagón de Cercanías
entre tantos ojos
entre otras miradas
parece un fantasma
en busca de su ignorado destino
habitando un limbo que no le pertenece
caminando por donde nadie camina.
Yo conocí esos ojos
cuando miraban la vida
cuando soñaban la vida
reían a la vida…
sin embargo
ahora nada miran.
José Manuel Contreras