Yolanda:
Me ha encantado tu relato sobre el café de Ciro y la presencia de tu abuelo, ¿Ramiro?, un hombre al que conocí. y quise. De él te podría contar muchas cosas, pues a su lado viví momentos que forman parte de mi vida. Era un hombre fundamentalmente bueno, amigo de sus amigos, y respetado por todo el pueblo. Tú serías muy pequeña, y por ello no lo sabes, pero Alberto, mi hermano y yo, zascandileábamos todos los días en el obrador y nunca nos faltaba una rosquilla donada por su tremenda humanidad. Cuando ya fui mayorcito, me preguntaba si me gustaba alguna chica de Puente, y yo le contestaba que me gustaban todas. Sí que había alguna especial, aquella que nunca me hizo caso, y pasados los años propalaba que yo había sido su novio. Cosas de la fama y de la tele. En la confitería discurrieron horas maravillosas, primero con el futbolín, luego con los cangrejos que pescaba tu tío Javí, y, por fin, ligándome a las mozaas de buen ver, tras de una función de cine en la sala de al lado.
Lo dejo aquí, porque me falta el tiempo. Prometo que en mi próxima entrega hablaré de lospartidos de fútbol, en los que yo, un crío de apenas quince años, jugaba con gestes de veintitantos como Colís y Leonín el de la botica.
Os quiere
Carlos
Me ha encantado tu relato sobre el café de Ciro y la presencia de tu abuelo, ¿Ramiro?, un hombre al que conocí. y quise. De él te podría contar muchas cosas, pues a su lado viví momentos que forman parte de mi vida. Era un hombre fundamentalmente bueno, amigo de sus amigos, y respetado por todo el pueblo. Tú serías muy pequeña, y por ello no lo sabes, pero Alberto, mi hermano y yo, zascandileábamos todos los días en el obrador y nunca nos faltaba una rosquilla donada por su tremenda humanidad. Cuando ya fui mayorcito, me preguntaba si me gustaba alguna chica de Puente, y yo le contestaba que me gustaban todas. Sí que había alguna especial, aquella que nunca me hizo caso, y pasados los años propalaba que yo había sido su novio. Cosas de la fama y de la tele. En la confitería discurrieron horas maravillosas, primero con el futbolín, luego con los cangrejos que pescaba tu tío Javí, y, por fin, ligándome a las mozaas de buen ver, tras de una función de cine en la sala de al lado.
Lo dejo aquí, porque me falta el tiempo. Prometo que en mi próxima entrega hablaré de lospartidos de fútbol, en los que yo, un crío de apenas quince años, jugaba con gestes de veintitantos como Colís y Leonín el de la botica.
Os quiere
Carlos
