Aquella noche
dejó sus pequeños zapatos
de color melocotón
junto a la chimenea
como acostumbraba
cada veinticuatro de diciembre
desde hacía seis inviernos
con la esperanza de su regreso;
pero no regresó jamás.
Sí regresaron los años
y las noches de invierno
y las chimeneas encendidas
templando los hogares
y las risas de otros niños
y otros tiempos más alegres
a su manera…;
pero él no regresó jamás.
Con el transcurrir del tiempo
y el regresar de las estaciones
pasaron lentos los años
muchos años
quizá demasiados
y un veinticinco de diciembre
huérfano el salón
de fuego en la chimenea
y de adornos navideños
y de zapatos color melocotón
regresó el helado viento del Norte
con un regalo en su regazo.
Despertó la mañana
y abrazada a sus recuerdos
entró en la cocina
se preparó un café negro
como cada primavera
y como cada invierno
y se acomodó en su salón.
Regresaron los sueños
después de tantas vigilias
y regresó su memoria
con el helado viento del Norte
para despedirse por última vez
abrazándose a su pasado.
dejó sus pequeños zapatos
de color melocotón
junto a la chimenea
como acostumbraba
cada veinticuatro de diciembre
desde hacía seis inviernos
con la esperanza de su regreso;
pero no regresó jamás.
Sí regresaron los años
y las noches de invierno
y las chimeneas encendidas
templando los hogares
y las risas de otros niños
y otros tiempos más alegres
a su manera…;
pero él no regresó jamás.
Con el transcurrir del tiempo
y el regresar de las estaciones
pasaron lentos los años
muchos años
quizá demasiados
y un veinticinco de diciembre
huérfano el salón
de fuego en la chimenea
y de adornos navideños
y de zapatos color melocotón
regresó el helado viento del Norte
con un regalo en su regazo.
Despertó la mañana
y abrazada a sus recuerdos
entró en la cocina
se preparó un café negro
como cada primavera
y como cada invierno
y se acomodó en su salón.
Regresaron los sueños
después de tantas vigilias
y regresó su memoria
con el helado viento del Norte
para despedirse por última vez
abrazándose a su pasado.