Me siento un instante,
me sosiego y me desprendo
del maquillaje de la vida.
Quedo conmigo misma sola,
aséptica, fría, desprovista de todo…
Respiro profundamente:
Mi
parque no está en blanco
ni mis sueños en coma.
Abro bien los ojos y siguen ahí
los
colores intactos.
Sólo debo limpiarlos de desgana.