Nace en mi pecho un quejido
que brota siendo amarga prision,
como espinas de rosales floridos
que encumbran al infinito su dolor.
Hay un dolor que presiento,
pena que entierra mi carne,
revienta mis venas corriendo
y sus palabras me queman y arden.
Cual fue tu vida, cual mi reproche,
que fue del camino quebrado.
¿Por que ahora respiras la noche
donde nunca riega el sol repujado?
Este quejido que se llama recuerdo,
no reclama mi voz de poeta,
reclama el ardor de un lamento
por lo que fue tan dura condena
No puedo colmar el exilio
de la tinta que de mis ojos se vierte,
ni puedo ser el reposo
de la sangre que en el alba se cierne.
Si el suspiro de tu existencia sufriendo,
fue mi lamento y fue tu condena.
Mis lagrimas sollozan su grio al viento,
¡cuanto te quise sin ver mi ceguera!
Jose Ramon Sanchez-Morago
que brota siendo amarga prision,
como espinas de rosales floridos
que encumbran al infinito su dolor.
Hay un dolor que presiento,
pena que entierra mi carne,
revienta mis venas corriendo
y sus palabras me queman y arden.
Cual fue tu vida, cual mi reproche,
que fue del camino quebrado.
¿Por que ahora respiras la noche
donde nunca riega el sol repujado?
Este quejido que se llama recuerdo,
no reclama mi voz de poeta,
reclama el ardor de un lamento
por lo que fue tan dura condena
No puedo colmar el exilio
de la tinta que de mis ojos se vierte,
ni puedo ser el reposo
de la sangre que en el alba se cierne.
Si el suspiro de tu existencia sufriendo,
fue mi lamento y fue tu condena.
Mis lagrimas sollozan su grio al viento,
¡cuanto te quise sin ver mi ceguera!
Jose Ramon Sanchez-Morago