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MANZANEDA DE OMAÑA: Mientras bajaba iba dando vista a algún pueblo de El...

Mientras bajaba iba dando vista a algún pueblo de El Bierzo -Tremor de Arriba y Pobladura de Las Regueras- y a alguna de las explotaciones a cielo abierto que proliferan en los últimos años, cuando lo interesante no es vender carbón ni mantener el empleo sino ordeñar la teta de la subvención incontrolada. Y llegué por fin a La Campona, el alto desmochado entre la cuenca del Tremor y la del arroyo de La Sierra que es cabecera del Val de Samario.

Cabeceras del río de La Sierra.
Bordeado con línea roja se aprecia uno de los tajos mineros que dio nombre
a la Poza de La Cava. Por arriba, perpendicular al cortafuegos,
la pista que arranca desde el Camino de los Asturianos se dirige
hacia El Matillo Rubio y a la explotación aurífera de Las Fornias.

Ante la obcecación no hay nada como cambiar el punto de vista. Así que seguí el Camino de los Asturianos para avanzar sobre el flanco suroeste del río de La Sierra. Y, mirando desde aquí hacia el norte, comprobé que el cortafuegos interminable era el mismo por donde había escapado dos horas antes, cuando me harté de seguir la pista tomada en Las Fornias. Y caí en la cuenta de que, en efecto, esa pista parece haber sido hecha sobre la traza del canal romano.

Me eché cortafuegos abajo, trepé por el flanco opuesto y pude observar lo que no supe ver dos horas antes: otro de los tajos de la mina de oro.

Otro de los grandes tajos en La Poza de La Cava.

Parte de una de las balsas de acumulación de agua se indentifica
a la orilla del Camino de Los Asturianos, en el flanco suroeste
de la cabecera del arroyo de La Sierra.

Como muy bien describe Mary Luz González, el canal que llaman La Presa Antigua viene desde Los Llaos de Peña Cefera, cambia de vertiente en el Alto del Pando, bordea el pico Suspirón por el sur y, al alcanzar el nacimiento del río de La Sierra, se bifurca. Un ramal alimenta las balsas de acumulación en el flanco suroeste y el otro las del flanco nordeste, sobre La Poza de La Cava. A partir de aquí, parece que el canal podría continuar unos cuántos kilómetros más para alimentar la explotación de Las Fornias pero, como afirma la arqueóloga, la red hidráulica de esta mina aun no ha sido reconocida.

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Hilo tercero: La espantable y jamás imaginada
aventura de los molinos de viento

La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear;
porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta
o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla,
y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer:
que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan
mala simiente de sobre la faz de la tierra.
¿Qué gigantes? dijo Sancho Panza. (*)
(*) Ya sé que esto no tiene nada que ver con lo que estamos
tratando pero no pude evitar tomarles unas fotos.

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Ruinas del Castillo de Benal en la Vega de Arienza

Hilo cuarto: Legio Super Urbicum, la ciudad fantasma.

El trabajo de fray Tirso López se tituló La ciudad ibérica de Urbicua, llamada luego Legio Super Urbicum, junto a la Vega de Arienza o del Órbigo.
Pero, ¿de verdad existió aguna vez una ciudad llamada Legio Super Urbicum?

El Conventus Iuridicus -la colonia o territorio jurídico de los Ástures en este caso- era la asamblea de romanos e indígenas que asesoraba al pretor en la administración de justicia. El conventus asturicensis nació de una división que, en tiempo de Augusto y Claudio, se hizo en la provincia Tarraconense. Caracalla lo incluyó en una recién creada provincia llamada Nova Hispania Citerior Antoniniana la cual, con Diocleciano, pasó a integrarse en la provincia de Gallaecia.
Los límites del Conventus Asturicensis debieron de coincidir con los del pueblo prerromano de los ástures, que abarcaría las actuales provincias de León, Asturias, la parte occidental de Zamora, el área más oriental de Lugo y de Orense y parte de Tras Os Montes.

Es muy importante tener ahora en cuenta que cuando Roma colonizó esta parte de Hispania, la halló poblada por pequeñas comunidades, los castros, cuyo censo no solía rebasar la cifra de 100 a 200 habitantes. No había ningún tipo de organización política por encima del castro y, por tanto, hay que poner mucha voluntad para imaginar que nuestros ancestros leoneses se sentían integrantes de una sociedad, de un pueblo, de una nación cohesionada política y culturalmente. Para los pobladores de cada castro, el mundo existente más allá de donde alcanzaba la vista era casi ignorado. Puede que los habitantes de esta región, antes de que la colonizasen los romanos, ni llamaban Ástura a su país ni se llamaban ástures a sí mismos. Es posible que los romanos discurrieran ese nombre para identificar el departamento administrativo cuya capital fue Ásturica o Astorga. (*)