ORACION A SAN ANTONIO
(popular – autor ignoto)
Hasta ti quiero elevar
mi oración, santo glorioso,
por las niñas sin cortejo,
por las mocitas sin novio.
---------
Por las vidas sin amor,
que se agostan como flores
que nunca besara el sol,
y han perdido sus colores.
----------
Por las que nunca han gustado
la caricia de unos ojos,
ni las mieles de unos labios…
Pero han sabido de enojos.
--------------
Por las que, siempre en espera,
marchitan su juventud,
y el deseado no llega,
pese a su anhelo y virtud.
-------------
Por los corazones huérfanos,
por las almas solitarias….
¡Por todos los desengaños
de todas las olvidadas ¡.
---------------
Apiádate, san Antonio,
oye mi amoroso ruego
por las mocitas sin novio
y las niñas sin cortejo.
-----------
Por tu mano milagrosa,
dales a todas, galanes…
¡que todas corten las rosas
del amor en los rosales!
----------
¡Pon fulgor en sus miradas
y color en sus mejillas!..
¡Pon en sus labios fragancias
y hazlas nobles y sencillas!
-----------
Da ya fin a sus tristezas,
haz que llegue el deseado,
que hace tanto tiempo esperan
con amor ilusionado.
----------
Pon remedio a sus nostalgias,
dale un alma compañera
de sus almas solitarias,
y tan tristes en la espera.
----------
¡Labios que besen sus labios,
ojos que busquen sus ojos
manos que busquen sus manos,
y un corazón amoroso.
----------
No desoigas la oración
Que a ti elevo, san Antonio:….
¡Por las niñas sin cortejo,
Por las mocitas sin novio!
======
Nota.: Oración encontrada manuscrita entre las hojas amarillentas de un libro viejo, localizado
en la mañana del día 5 de Octubre de 2008, en el Rastro de
Salamanca, allá junto al río Tormes, ese río salmantino, cuyas aguas contemplaron, en su día,
el nacimiento de un pícaro de nombre Lázaro, compañero, andando el tiempo,
de un ciego puñetero, que las hizo pasar canutas al pobre picaruelo.
Me ha parecido oportuno ofrecerla a vuesas consideraciones, por si a alguna mozuela
sirviérale de remedio en sus males amorosos y en la búsqueda de un sufrido compañero,
que pague sus caprichos, hasta que la muerte los separe. Este santo noviero, es Antonio de
Padua, muy rezado en otros tiempos, por su fama de milagrero, no solo en la busca de pareja, sino también en circunstancias de haber perdido alguna propiedad de uso corriente y moliente, de esas que te hartas a buscar y al final aparecen donde menos te lo piensas. (Entonces, las buenas gentes tenían fe en algo. Ahora, somos más listos que el hambre y no creemos en nada. Así nos luce el pelo. Cada tonto con su tema). Conozco a una señora, que tiene fe ciega en el poder de Antonio bendito…. ¿Dónde están las llaves, matarilerilerile…?
Entonces, reza la siguiente oración, que me enseñó mi suegra, que en gloria esté, y al punto aparecen, como por arte de magia:
(popular – autor ignoto)
Hasta ti quiero elevar
mi oración, santo glorioso,
por las niñas sin cortejo,
por las mocitas sin novio.
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Por las vidas sin amor,
que se agostan como flores
que nunca besara el sol,
y han perdido sus colores.
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Por las que nunca han gustado
la caricia de unos ojos,
ni las mieles de unos labios…
Pero han sabido de enojos.
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Por las que, siempre en espera,
marchitan su juventud,
y el deseado no llega,
pese a su anhelo y virtud.
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Por los corazones huérfanos,
por las almas solitarias….
¡Por todos los desengaños
de todas las olvidadas ¡.
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Apiádate, san Antonio,
oye mi amoroso ruego
por las mocitas sin novio
y las niñas sin cortejo.
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Por tu mano milagrosa,
dales a todas, galanes…
¡que todas corten las rosas
del amor en los rosales!
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¡Pon fulgor en sus miradas
y color en sus mejillas!..
¡Pon en sus labios fragancias
y hazlas nobles y sencillas!
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Da ya fin a sus tristezas,
haz que llegue el deseado,
que hace tanto tiempo esperan
con amor ilusionado.
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Pon remedio a sus nostalgias,
dale un alma compañera
de sus almas solitarias,
y tan tristes en la espera.
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¡Labios que besen sus labios,
ojos que busquen sus ojos
manos que busquen sus manos,
y un corazón amoroso.
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No desoigas la oración
Que a ti elevo, san Antonio:….
¡Por las niñas sin cortejo,
Por las mocitas sin novio!
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Nota.: Oración encontrada manuscrita entre las hojas amarillentas de un libro viejo, localizado
en la mañana del día 5 de Octubre de 2008, en el Rastro de
Salamanca, allá junto al río Tormes, ese río salmantino, cuyas aguas contemplaron, en su día,
el nacimiento de un pícaro de nombre Lázaro, compañero, andando el tiempo,
de un ciego puñetero, que las hizo pasar canutas al pobre picaruelo.
Me ha parecido oportuno ofrecerla a vuesas consideraciones, por si a alguna mozuela
sirviérale de remedio en sus males amorosos y en la búsqueda de un sufrido compañero,
que pague sus caprichos, hasta que la muerte los separe. Este santo noviero, es Antonio de
Padua, muy rezado en otros tiempos, por su fama de milagrero, no solo en la busca de pareja, sino también en circunstancias de haber perdido alguna propiedad de uso corriente y moliente, de esas que te hartas a buscar y al final aparecen donde menos te lo piensas. (Entonces, las buenas gentes tenían fe en algo. Ahora, somos más listos que el hambre y no creemos en nada. Así nos luce el pelo. Cada tonto con su tema). Conozco a una señora, que tiene fe ciega en el poder de Antonio bendito…. ¿Dónde están las llaves, matarilerilerile…?
Entonces, reza la siguiente oración, que me enseñó mi suegra, que en gloria esté, y al punto aparecen, como por arte de magia: