Buenos días tenga usted
En estos días andan todos los escolares celebrando el final de curso con excursiones por las playas de Asturias, el parque de Cabárceno, el sumidero de dinero de la Warner u otros destinos similares.
Hay que celebrar el final de otro año en uno de esos centros que ya no son escuelas, sino CRA, IES o no sé cuántos nombres similares.
Cuando los centros se llamaban escuelas el final de curso se celebraba con la visita del retratista, que primero inmortalizaba a los niños uno por uno sentado en la mesa del profesor o en un cuidado pupitre de madera y tintero, con la esfera del mundo a un lado y el mapa físico de España al fondo, justo debajo del crucifijo y las fotografías de Franco y José Antonio, que eran como de la familia, siempre estaban allí y en todos lados.
Después salían los chavales con la maestra a la puerta de la escuela, desplegaban la bandera con su pájaro hoy ilegal y posaban de nuevo con sus mejores galas. Era la estampa que cerraba un año de fríos combatidos al lado de la estufa de leña, varios meses de pelear con la enciclopedia de Álvarez, los cuadernos de caligrafía y los de cuentas de Rubio, de esperar la visita del inspector o el cura que llevaba a los listos, de decir con loros aquello de “buenos días tenga usted, señor maestro”.
UNA PROVINCIA EN BLANCO Y NEGRO
http://www. la-cronica. net/2011/06/26/fotografia. html
En estos días andan todos los escolares celebrando el final de curso con excursiones por las playas de Asturias, el parque de Cabárceno, el sumidero de dinero de la Warner u otros destinos similares.
Hay que celebrar el final de otro año en uno de esos centros que ya no son escuelas, sino CRA, IES o no sé cuántos nombres similares.
Cuando los centros se llamaban escuelas el final de curso se celebraba con la visita del retratista, que primero inmortalizaba a los niños uno por uno sentado en la mesa del profesor o en un cuidado pupitre de madera y tintero, con la esfera del mundo a un lado y el mapa físico de España al fondo, justo debajo del crucifijo y las fotografías de Franco y José Antonio, que eran como de la familia, siempre estaban allí y en todos lados.
Después salían los chavales con la maestra a la puerta de la escuela, desplegaban la bandera con su pájaro hoy ilegal y posaban de nuevo con sus mejores galas. Era la estampa que cerraba un año de fríos combatidos al lado de la estufa de leña, varios meses de pelear con la enciclopedia de Álvarez, los cuadernos de caligrafía y los de cuentas de Rubio, de esperar la visita del inspector o el cura que llevaba a los listos, de decir con loros aquello de “buenos días tenga usted, señor maestro”.
UNA PROVINCIA EN BLANCO Y NEGRO
http://www. la-cronica. net/2011/06/26/fotografia. html