La afición a la pesca del escritor (Delibes) le llevó a recorrer muchos de los ríos de montaña mejor conservados de Castilla y León en busca de esas truchas comunes que tanto echaba de menos. Los lances de pesca formaron también parte de su literatura campestre en la que destacó la comarca leonesa del río Omaña por encima de todas, por ser uno de los últimos rincones con arroyos vírgenes de España. La belleza natural del valle del Omaña se descubre aguas abajo desde la localidad de Murias de Paredes hasta el santuario de Pandorado, donde nutrias y truchas comparten el cauce. Otros vallejos de menor entidad confirman la teoría virginal de Delibes, como el Valle Chico que recorre las localidades de Lazado, Vallabandín, Rodicol y Sabugo o el Valle Gordo que asciende desde Cirujales hasta Fasgar, con la posibilidad de realizar la ascensión al pico Catoute en el que se refugia una nutrida colonia de urogallos.
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