TRADICIONES
En León aún se hacen 13.000 matanzas, tres cuartas partes menos que en 1990
Una de las costumbres más arraigadas de León cae año tras año por la despoblación y el cambio de la Ley
La provincia de León sigue perdiendo tradiciones. Una de las más arraigadas, la matanza domiciliaria del cerdo, está cayendo en picado durante los últimos años.
Los datos que maneja la Consejería de Sanidad de la Junta son elocuentes. En los últimos 18 años, desde la temporada 1990-1991 hasta 2007-2008, se sacrifican 40.213 gochos menos en las casas de los pueblos de la provincia de León. Porcentualmente, la caída se coloca en más de un 75% en apenas dos décadas.
Estos datos se conocen, precisamente, en las semanas de pleno apogeo de la matanza en todos los puntos de la geografía provincial. La temporada de matanzas se prolonga desde los meses de noviembre a marzo. La fecha ‘simbólica’ del inicio de la matanza del gocho el día de San Martín, el 11 de noviembre, está quedando como algo meramente testimonial. La matanza se inicia con la llegada de las heladas otoñales y se perpetúa mientras duran los hielos. Siempre ha sido uno de los momentos más importantes en la vida rural. El sacrificio del cerdo –además de llenar la despensa para los duros meses de invierno– significó durante siglos el acto de reunión festiva y laboral más importe del año.
Pero, los tiempos están cambiando. Así, durante la campaña 2007-2008, según los datos extrapolados de los análisis veterinarios, se han sacrificado en la provincia 13.737 cerdos, cerca de 2.000 menos que en la campaña precedente.
Una de las razones –otra sería que en el pueblos cada vez queda menos gente– que explica los pobres números de la matanza es el cambio de la legislación. La normativa autonómica, que entró en vigor en el año 2000, establece las pautas básicas que debe seguir todo el proceso de la matanza y obliga a que la carne que procede de esta actividad sólo pueda destinarse al consumo domiciliario. Además, faculta la intervención de los veterinarios en el proceso para que puedan realizar los análisis convenientes y establezcan si la carne es apta o no para el consumo.
En León aún se hacen 13.000 matanzas, tres cuartas partes menos que en 1990
Una de las costumbres más arraigadas de León cae año tras año por la despoblación y el cambio de la Ley
La provincia de León sigue perdiendo tradiciones. Una de las más arraigadas, la matanza domiciliaria del cerdo, está cayendo en picado durante los últimos años.
Los datos que maneja la Consejería de Sanidad de la Junta son elocuentes. En los últimos 18 años, desde la temporada 1990-1991 hasta 2007-2008, se sacrifican 40.213 gochos menos en las casas de los pueblos de la provincia de León. Porcentualmente, la caída se coloca en más de un 75% en apenas dos décadas.
Estos datos se conocen, precisamente, en las semanas de pleno apogeo de la matanza en todos los puntos de la geografía provincial. La temporada de matanzas se prolonga desde los meses de noviembre a marzo. La fecha ‘simbólica’ del inicio de la matanza del gocho el día de San Martín, el 11 de noviembre, está quedando como algo meramente testimonial. La matanza se inicia con la llegada de las heladas otoñales y se perpetúa mientras duran los hielos. Siempre ha sido uno de los momentos más importantes en la vida rural. El sacrificio del cerdo –además de llenar la despensa para los duros meses de invierno– significó durante siglos el acto de reunión festiva y laboral más importe del año.
Pero, los tiempos están cambiando. Así, durante la campaña 2007-2008, según los datos extrapolados de los análisis veterinarios, se han sacrificado en la provincia 13.737 cerdos, cerca de 2.000 menos que en la campaña precedente.
Una de las razones –otra sería que en el pueblos cada vez queda menos gente– que explica los pobres números de la matanza es el cambio de la legislación. La normativa autonómica, que entró en vigor en el año 2000, establece las pautas básicas que debe seguir todo el proceso de la matanza y obliga a que la carne que procede de esta actividad sólo pueda destinarse al consumo domiciliario. Además, faculta la intervención de los veterinarios en el proceso para que puedan realizar los análisis convenientes y establezcan si la carne es apta o no para el consumo.