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MANZANEDA DE OMAÑA: OMAÑA 1949...

OMAÑA 1949

A la vera del río Omaña, entre Trascastro y La Garandilla, en un lugar que llaman El Escobio, está la Peña de la Fortuna, que a modo de mesa o altar, recoge multitud de piedras que han lanzado allí los caminantes que bajan desde las montañas buscando la suerte de otras tierras. Este monumento se encuentra sobre lo que antaño fue calzada por la que los romanos entraron a llevarse el oro de las montañas omañesas, y que más tarde se convertiría en camino de ganados transhumantes. Ruta obligada durante siglos, la piedra y el camino son testigos de quien entraba o salía de Omaña buscando su destino, son testigos de la historia.

Decía Marcelino Nieto que "los pueblos que olvidan su historia decaen miserablemente" y no sé si el desinterés histórico es el germen principal del declive, pero tal vez si una de las causas. En cualquier caso el conocimiento de lo pretérito es la base para conocer el presente y poder con ello poder influir en la fortuna del futuro. Es por esto que me apasione el conocimiento de la "Historia de Omaña", que tal vez a algunos parezca una tarea baldía y sin sentido, pero que a mí me satisface y que gratamente deseo dar a conocer a través de esta publicación, "Transeúntes", que tan cordialmente ha recogido hasta ahora anteriores colaboraciones.

Recordarán nuestros amigos lectores, como el año pasado, allá por Semana Santa y en este mismo periódico, iniciábamos un recorrido por la comarca de Omaña relatando costumbres paganas y sobre todo religiosas, sentidas y vividas hace ya muchos años, en 1919. Han pasado muchas cosas desde entonces y quisiera compartir con Uds. una serie de hechos acaecidos 30 años después, en 1949, y que anotados en mi cuaderno guardé como un tesoro, y que ahora deseo hacerles conocer de forma resumida.

No son grandes acontecimientos que mereciesen estar en la HISTORIA, en esa historia con mayúsculas que se trata de inculcar a la gente desde su más tierna infancia, pero la esencia de estos aconteceres puede extrapolarse fácilmente y verán como conociendo el discurrir de la pequeña reseña pueden intuir y hasta llegar a comprender más fácilmente la grande. Al menos yo así lo pienso.

Es éste un retrato de Omaña en un año muy especial y que bien debieran recordar nuestras instituciones, pues ellas fueron las que en 22 de Abril de 1949 declararon al Castillo de Benal, "Bien de Interés Cultural". Sus motivos tendrían en aquellos momentos, que sospecho fuesen los de protegerlo y evitar la desaparición de un elemento cultural e histórico de extraordinario valor no sólo para Omaña, sino también para León. Sin embargo esas piedras que se levantan en un hermoso altozano y son aún deleite para la vista inquieta del viajero, padecen el mal del olvido, enfermedad ésta, que, si no se trata, puede acabar con él para siempre. Espero que la indiferencia acabe y que Omaña vea pronto cómo este Castillo se restaura y conserva, y que no nos encontremos que con su fin acabamos con la vida y leyenda del paladín Don Ares, que Florentino Agustín Díez González lamentaba