Triste historia:
Manuel Rabanal, un centenario de Andarroso al que fuimos a ver cuando cumplía un siglo de vida nos contó una historia de hojalateros. Triste y muy humana. «A él le decían Tanasio, se llamaría Atanasio. Andaba por todos los pueblos, arreglaba lo que fuera, era mañoso. Iba con la mujer, que llevaba una hija debajo de un echarpe negro. No lo sacaba para nada, ni para darle de mamar, que sólo lo traía de la espalda para el pecho».
Una mañana decían que estaba frío. Se habría muerto. Vino el practicante y dijo que sí, que ya no respiraba».
– ¿Y de qué murió?, preguntó la madre.
– De desnutrición.
– Menos mal, tenía miedo que hubiera sido de hambre.
La enterraron en la tierra. Pero antes del 1 de noviembre de cada año la mujer venía y echaba nueva tierra encima, para que abultara y nadie pisara sobre su tumba. Un año el Día de los Santos la tumba de la niña muerta no tenía tierra encima.
Todos supimos que había muerto la mujer.
«Un día apareció por Santa Lucía esta mujer a la que habían echado de su ‘chabolo’ en Asturias para que pasara una autopista. Aquí se construyó otro en el que vivió hasta que la mató un tren»
Manuel Rabanal, un centenario de Andarroso al que fuimos a ver cuando cumplía un siglo de vida nos contó una historia de hojalateros. Triste y muy humana. «A él le decían Tanasio, se llamaría Atanasio. Andaba por todos los pueblos, arreglaba lo que fuera, era mañoso. Iba con la mujer, que llevaba una hija debajo de un echarpe negro. No lo sacaba para nada, ni para darle de mamar, que sólo lo traía de la espalda para el pecho».
Una mañana decían que estaba frío. Se habría muerto. Vino el practicante y dijo que sí, que ya no respiraba».
– ¿Y de qué murió?, preguntó la madre.
– De desnutrición.
– Menos mal, tenía miedo que hubiera sido de hambre.
La enterraron en la tierra. Pero antes del 1 de noviembre de cada año la mujer venía y echaba nueva tierra encima, para que abultara y nadie pisara sobre su tumba. Un año el Día de los Santos la tumba de la niña muerta no tenía tierra encima.
Todos supimos que había muerto la mujer.
«Un día apareció por Santa Lucía esta mujer a la que habían echado de su ‘chabolo’ en Asturias para que pasara una autopista. Aquí se construyó otro en el que vivió hasta que la mató un tren»