En las noches de invierno los hombres y mozos se reunían en la cantina; nosotras las mujeres lo hacíamos en las casas particulares. A esas reuniones les decimos el hilandero, filandero o calecho. Allí hilábamos la lana, hacíamos cosas de punto, cosíamos, charlabamos, jugábamos a las cartas, etc. A veces venían los mozos de los pueblos vecinos y hacíamos baile. Lo pasábamos muy bien; pues como decía Isabel no conocíamos otra cosa. Un beso a tod@s
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